La ciudad se ha levantado difuminada.
Ella se acerca como sólo las niñas bien educadas saben hacerlo.
Él, también educado, le brinda su paraguas mientras sus dedos, aún en el bolsillo, se apresuran en ofrecerle los caramelos.
Ella los mira de reojo, pero con apetencia.
El pintor no lo ve nada claro, no señor, nada claro... ¡La luz cambia tanto que resulta frustrante!
Monsieur le gendarme se transubstancia en una farola apagada y silente.
Curioso relato. Me ha hecho transubstanciarme en la foto por un momento. :)
ResponderEliminarSí que es curioso, sí, muy eufrasiano.
ResponderEliminarSí, muy surrealista y eufrasiano como dice Lu. Lo de transubstanciarse me ha dejado "pillada".
ResponderEliminarY la niña es un violín, cómo mola, Eu!!! Me has alucinado en unas pocas líneas, gracias
ResponderEliminarLas imágenes tienen mucha fuerza. A mí me sugiere una escena pederasta, pero contada con muchísima sutileza. Das unas pinceladas y dejas al lector para que imagine el resto. ¡Hum, esos caramelos!
ResponderEliminarMe suscribo a la opinión de Geli. No me atrevía a decir nada sobre mi interpretación porque como últimamente todo lo entiendo justo al revés...Muy Eufrasiano, muy bueno.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios. Lo de eufrasiano lo tomaré como un cumplido. Es cierto, Geli y Amparo, lo que os sugiere.
ResponderEliminarMe recuerda a la pantera rosa y seguro que la gabardina que lleva el sujeto del paraguas, te ha dado la idea del pervertido. Muy bueno.
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