Este cuento lo ha inventado un niño de cinco años llamado Ferrán. Lo ha escrito
su padre, José Vicente Moreno, que es seguidor de este blog y nos lo ha enviado.
Ferrán tiene ahora siete años y parece que su imaginación va tan rápida que las letras se le atropellan y le causan algún problemilla. Desde aquí le vamos a dar un empujón para decirle que lo importante es llegar a la meta, pero que no importa cuándo...
Un abrazo Ferrán!!
Érase una vez un país de sofás. Allí vivía un hombre llamado Jorge, un
hombre que comía y comía sin fin, hasta llegar la noche. No por ello creáis que
era gordo; era delgado como un junco, de alargada cabeza, orejas redondas, ojos
de color castaño y nariz larga cual montaña rusa. Y siempre estaba tumbado en
un sofá.
Un sábado gélido del mes de febrero, ocurrió un hecho que jamás
podríais imaginar: el hombre despertó rodeado de agua. Intentó salir, pero cuál
fue su sorpresa cuando chocó una y otra vez contra unas paredes transparentes.
Él no lo sabía, pero… Se había convertido en un diminuto ser que vivía en el
agua.
En el país de los sofás, nadie solía dejar las botellas abiertas sobre
ellos, pero siempre ocurren accidentes: cayeron unas gotas encima de un bonito
sofá de alegres colores, causando una mancha triangular.
Con el paso del tiempo la mancha se fue secando y Jorge, ahora un
diminuto elemento, empezó a moverse lentamente en su propio sofá. Entonces empezó
a darse cuenta de que era un ser insignificante y que formaría parte del sofá
que tanto quería… para siempre.
Ferrán