-No debía ser muy bueno lo que tramaban contra Lu esos desalmados, tendría que avisarla, -pensaba Leocadia mientras caminaba por la calle sin percatarse de que el joven de gafas la estaba siguiendo desde que había salido del local-. Bastante tenía con mantenerse erguida con los dos carajillos dándole vueltas en el cerebro. Se estiró el vestido de punto de colorines que se le iba subiendo a cada paso que daba, tan molesto, y se recolocó las medias caladas, de fantasía, sin ningún pudor. Fue entonces cuando lo vio, era aquel panolis de la barra. Lo saludó asombrada y él le contestó diciéndole que parecía que ambos llevaban el mismo camino y que podían hacerlo juntos. Y así, charlando mientras caminaban, llegaron hasta la puerta de su casa.
sábado, 31 de diciembre de 2011
Un encuentro inevitable (En la tetería V)
-No debía ser muy bueno lo que tramaban contra Lu esos desalmados, tendría que avisarla, -pensaba Leocadia mientras caminaba por la calle sin percatarse de que el joven de gafas la estaba siguiendo desde que había salido del local-. Bastante tenía con mantenerse erguida con los dos carajillos dándole vueltas en el cerebro. Se estiró el vestido de punto de colorines que se le iba subiendo a cada paso que daba, tan molesto, y se recolocó las medias caladas, de fantasía, sin ningún pudor. Fue entonces cuando lo vio, era aquel panolis de la barra. Lo saludó asombrada y él le contestó diciéndole que parecía que ambos llevaban el mismo camino y que podían hacerlo juntos. Y así, charlando mientras caminaban, llegaron hasta la puerta de su casa.
UNA NOCHE ESPECIAL
LAS DOCE.
En el bar de la plaza se respiraba el ambiente típico de la Nochevieja, risas, música, cava, fiesta. Faltaban escasos minutos para las campanadas. Santiago apuraba su gin-tonic con los ojos cerrados. Se repetía una y otra vez: "lo tengo que dejar, se lo prometí a Belén, lo tengo que dejar". Abría los ojos y veía las luces que le fascinaban, sentía la tentación de acercarse, se reprimía, otro trago. La gente se acomodaba para tomar las uvas. Sonaban los cuartos. Santiago sacó del bolsillo de su pantalón un puñado de monedas, se acercó a la máquina y al son de las campanadas fue metiendo las que deseaba que fuesen las últimas monedas que derrochaba. En casa de Santiago, Belén, sentada frente al televisor, tomaba las uvas a golpe de lágrimas cayendo por sus mejillas.
jueves, 29 de diciembre de 2011
En la tetería IV
A las cinco, puntualmente, salí a tomar mi té. Suelo acudir todos los días a la calle Sorní. Infusión de arándanos y periódico. Como soy un habitual de la casa, Marcello, el camarero, ya me tiene preparada la tetera a la temperatura justa, al punto de acidez exacto y mis butter cookies preferidas.
A esas horas, no suele haber gente en el local. Siempre se anima más tarde. Pero aquella tarde, había una dama sentada en la barra con aspecto tenso. Esto era doblemente extraordinario. En primer lugar, porque estaba sentada en mi sitio favorito; y, en segundo lugar, porque era una rubia inquietante. Me senté cerca e imaginé que pediría un simple té verde. Miraba hacia la puerta nerviosa, como si esperase a alguien.
Sonó la campanilla de la puerta y apareció una mujer joven. La rubia se giró hacia Marcello y gritó:
Al momento, llegaron una pareja y se unieron a las chicas.Todos se saludaban con alegría y cordialidad. Estaban sentados junto al árbol de Navidad.
Seguíamos atentamente la escena mi compañera de barra y yo, especialmente ella, que tomaba notas en una servilleta de todo lo que oía.Y el caso es que resultaba un grupo inofensivo.
Pasó el rato y, después de unas fotos, todos se pusieron en pie y se despidieron amistosamente en la puerta.
Mi extraña compañera, que ya iba por su segundo carajillo, se abalanzó sobre las galletitas que dejaron en el plato y me lanzó una mirada de cómplice silencio. Recogió su bolso y salió para no volver. La echo de menos.Vuelve rubia,vuelve...
En la tetería III
miércoles, 28 de diciembre de 2011
En la tetería (II)
-Te dije que no era necesario andar tan deprisa -dijo Geli, y se sentó en uno de los sofás de la tetería, con el tacón en la mano.
Julieta ni la oyó, absorta en recorrer el local con la mirada como rapaz en busca de caza. Eran las primeras en llegar. Por fin, se sentó en el mismo sofá. Al punto, una mujer alta de ojos claros entró y sonriente, preguntó:
-¿Julieta?, ¡Hola! Soy Asun.
-¡Hola! ¿Qué tal? sí, soy Geli. «¡Ay! será posible, pero si me acaba de dar un pisotón. ¿Por qué habré venido con ella?». Bueno, quiero decir… Julieta y Geli.
Las dos se alzaron al mismo tiempo para besar a la recién llegada y sus cabezas chocaron con la de la pobre Asun que muy discreta, prefirió no hacer ningún comentario.
Julieta no estaba dispuesta a dejar que la reunión se echara a perder por culpa de Geli y su exceso de comedimiento. «¡Frescura, frescura! Eso es lo que necesita un encuentro como este. ¡Menos mal que he venido yo también!. No la puedo dejar sola». Y justo cuando se disponía a tomar la palabra, la puerta se abrió de nuevo y apareció frente a ella, su príncipe bereber. Las besó a las tres, y desde ese instante, Julieta olvidó sus propósitos recientes.
Amparo y Eufrasio no tardaron en llegar, pero para entonces, tanto Asun como Geli, sabían que al príncipe berebere solo le interesaba Julieta.
Los cuatro pidieron unos deliciosos tés de canela y unos rooibos de genjibre y mandarina, mientras que la pareja olvidada de todo y de todos, planeaba una visita a la Catedral de León.
La tarde transcurrió con las historias de Amparo, los ojos chiquitos de Eufrasio, y la cordura de Asun. Era la primera vez que se reunían, pero la atmósfera no se revistió de silencios incómodos. Al contrario, las palabras se sucedían ligeras, en busca de historias que las equiparan de sentido, de armonía y de calor, pese al frío al otro lado del ventanal.
Eufrasio con su mirada directa y sus ojillos propuso que se institucionalizaran este tipo de encuentros, y fue entonces cuando Julieta, olvidada de todo y de todos, exclamó:
-¡Voto por ellos!
Nos miramos todos un breve instante y cómplices, nuestras carcajadas estallaron alegres y despreocupadas al unísono.
martes, 27 de diciembre de 2011
Julieta del desierto (I)
-¿Qué te ocurre, Geli? –preguntó Julieta sin dejar de mirarla.
-Nada, no te preocupes.- Respondió sin convicción.
-Vamos, suéltalo. A mi no me engañas.
-No te lo vas a creer,…pero lo he visto-. Geli dejó de remover la crema, y alzó la vista del cazo.
-¿A quién? ¿A quién has visto? – la azuzó nerviosa Julieta, y añadió:
¡Quieres hablar de una maldita vez!
-A tu príncipe bereber –un tono ligeramente burlón, tiñó sus palabras-. Lo ví en el café de la esquina, hablando con el camarero.
No dijo nada más. Se quedó observándola con ojos pícaros. Desde que habían vuelto del desierto, Julieta, siempre tan inquieta y creativa, a ratos, se quedaba en estado de ensoñación.
-Estás de guasa –respondió incrédula- . No puede ser-.
El mentón de Julieta se tensó. Lo levantó un poco. Era un gesto suyo muy peculiar que pretendía conferir autoridad a su rostro, pero que justamente hacía cuando se sentía intranquila.
-¿Hablaste con él? –preguntó molesta.
-Pues sí, a decir verdad, hablé con él. Hemos quedado para tomar té esta tarde a las cinco. Quiere hacernos una propuesta.- Lo dijo de carrerilla, muy rápido. Julieta, que de normal, jugaba con las palabras a su antojo, no supo que decir en ese momento.
-¿Una propuesta? –contestó al fin- ¿Una propuesta? -repitió-, ¿de qué tipo?-.
-Tiene que ver con aquellos vestidos que nos regaló de arena y destellos de luna, con la moda, en definitiva. Quiere crear una colección. De hecho, también vendrán Amparo, Asun, Lucrecia y Eufrasio.
-¿Y qué se les ha perdido a todos éstos en el té de las cinco? –replicó Julieta airada.
-Mujer, Amparo anduvo entre telas y encajes toda su vida, ¿qué mejor asesora sino ella?. Por otra parte, necesita un soporte informático para gestionar el proyecto. Ahí ya tienes el porqué de que haya convocado a Asun. Y para tener éxito en el lanzamiento de la colección, es normal que haya pensado en una mujer con tanto poder de convocatoria como Lu.
-¿Y qué me dices de Eufrasio? Porque no me negarás que rarito, es un rato rarito.-
Esto le salió del alma a Julieta. Lo cierto es que le caía muy bien. Sus puntos de vista siempre eran inesperados y a contracorriente. Eso le gustaba.
-Pues está claro que su papel será esencial en el terreno del diseño. Tú príncipe busca no solo la innovación, sino la provocación, y creo que Eufrasio es clave en ese cometido.
-Sí, claro, mirado desde esa perspectiva,…-se le oyó decir en voz muy baja, como si hablara para sí misma.
Julieta, como un alazán en el valle, agitó su negra cabellera para salir de su estado de ensoñación, y con voz persuasiva, dijo:
-Dame solo un minuto. Me cambio y voy contigo -. Salió azorada de la cocina.
Geli sonrió por dentro. Sabía que Julieta bebía los vientos por el príncipe bereber, pero se cuidó mucho de decírselo de este modo. Desde que mantuvieran aquella conversación sobre la autoría de los textos, su artimaña de hacerle creer a Julieta, que ella y solo ella, tomaba las decisiones por las dos, estaba dando muy buenos resultados.
Las dos mujeres, con la alegría encaramada en los tacones, y sus corazones a buen resguardo del gélido frío de enero, se lanzaron a la calle en busca de otro sueño.
domingo, 25 de diciembre de 2011
REBELIÓN EN LA GRANJA DE ORWELL
EL MONO
LAS RATAS
REDSLED (TRINEO ROJO). De Genzoman
GUERRA, SOLA IGIENE DEL MONDO
RUDOLPH
TRIS-TRAS-TRES
sábado, 24 de diciembre de 2011
A BOUT DE SOUFFLE
CONTUMELIA
jueves, 22 de diciembre de 2011
Dedicado a Magda
Llevaba varias semanas ensayando esa pieza pero,nunca fue su primera opción.Tenía una dificultad manifiesta.Debía emocionar y llegar al corazón.Si no conseguía ese efecto , la técnica, por sí misma quedaba vacía.
Dos días antes,había decidido desestimar la obra,pero esa misma tarde finalmente,rectificó y asumió el riesgo.
El silencio de la sala le dió la fuerza para arrancar.Fuera del arco y de las cuerdas, su campo visual estaba nublado.No veía nada ni nadie y tenía la espalda tensa.Pero a su mente venían imágenes.Especialmente,la voz de su maestro descifrando para ella los secretos de la partitura.
-”Aquí silencio,aquí anacrusa”.
- “Atenta Mag, son fusas.Abre,abre,haz cantar al chelo...smorzando”.
Una y otra vez,metrónomo en mano,a tempo.
Detrás quedaban horas de encierro solitario.Destinadas a tres interminables minutos de intensa emoción.
Mag cabalgó a través de pentagramasy compases, casi con vértigo.
-”Llego,llego al final...Ritardando,....”pensaba para sí.Hasta la última nota.
Con los ojos húmedos y un nudo en la garganta. Se quedó pegada al arco casi sin aliento,y de un vacío oscuro, salió una aplauso ensordecedor.Sonrisa.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
¿QUÉ LIBRO LE VOY A PEDIR A LOS REYES MAGOS PARA MIS AMIGOS DE VE?
NOCHEBUENA DE 1977. A mi hermano Marco Antonio, con todo mi cariño.
martes, 20 de diciembre de 2011
Nuestra hada madrina
El perfecto anfitrión
Para Marco con mis mejores deseos.
Marco Antonio salió de casa temprano como cada mañana y se dirigió a su despacho. Se acercaba la Navidad y las temperaturas habían dado un bajón de vértigo. Encendió un cigarrillo para intentar que la pequeña brasa le comunicara un poco de calor. Andaba pensativo y feliz, a pesar de lo temprano de la hora, de las calles semidesiertas y de un cielo gris plomizo que teñía las calles, las plazas, los árboles y hasta las almas de los pocos transeúntes que pasaban arrebujados en sus abrigos y bufandas. Él seguía apurando el cigarrillo y se decía a sí mismo: lo tengo que dejar, este va a ser el último cigarrillo en mucho tiempo. Dio la última calada intensa y aplastó la colilla con fuerza enterrándola en la tierra del parque que atravesaba. Al momento, volvió sobre sus pasos, desenterró la colilla y la depositó en una papelera que tenía enfrente. Quería parques limpios, deseaba mantener un cuerpo sano, quería oler a jabón y a colonia suave. Ahora tenía una gran responsabilidad. Pronto habría un invitado muy especial en su casa y él, perfeccionista en todo, se sentía en la obligación de ser el mejor anfitrión del mundo.
lunes, 19 de diciembre de 2011
En el país de nunca jamás
Diciembre
Filan donas
fieles herederas de su tradición.