miércoles, 21 de diciembre de 2011

NOCHEBUENA DE 1977. A mi hermano Marco Antonio, con todo mi cariño.

Faltaba muy poquito para la llegada de la Nochebuena y en aquel tiempo aún no se había consagrado la figura de Papá Noel, por lo tanto yo no soñaba con juguetes hasta más tarde cuando la cuenta atrás del día de Reyes se hacía interminable.

No entendía muy bien por qué mi mamá se sentía aquellas fiestas tan cansada. Tenía una barriga que parecía un globo gigante y yo pensaba que de un momento a otro le iba a reventar. Mi mami me explicó que faltaba muy poquito para que el bebé naciera y que tendría que portarme muy bien con mis abuelas el tiempo que ella no estuviera en casa.

El día de nochebuena, como era costumbre en casa, mi abuela Gertrudis desde bien temprano ya andaba ensimismada en la cocina limpiando los tradicionales calamares para luego hacerlos rellenos. Le pregunté a mi abuelita donde estaba mi mamá y mi papá y me contestó que se habían marchado al Hospital de Alicante porque el bebé ya estaba de camino.

Ya me estaba hartando de aquel bebé que se había propuesto quitarme a mi mamá y a mi papá justo el día de Nochebuena. Yo no quería quedarme en casa con mis abuelas porque seguramente me mandarían a la cama para poder irse las dos a la misa de  gallo, y mis hermanos mayores pasaban totalmente de mí, no querían jugar conmigo a las barriguitas.

Así pasé la noche de Nochebuena del año 1977, esperando a que de un momento a otro mi madre o mi padre entraran por la puerta de casa cantado “A esta casa hemos llegado, cantemos con alegría…”

A la mañana siguiente mi padre entró en mi habitación para decirme que ya había llegado mi hermanito al mundo. Yo me quedé petrificada; se suponía que lo que vendría al mundo sería un bebé, así le llamaban todos. Me fui con mi padre aquel día, a pesar de la retahíla de mis abuelas con el persistente – quedate con nosotras y no molestes a tus padres. Cuando llegamos al hospital yo estaba muy nerviosa. Le dí un beso a mi mamá, que estaba tumbada en la cama y con una cara desencaja (años más tarde me enteraría de que mi hermanito pesó seis kilos y que fue un parto muy complicado) y con un poco de temor me asomé a aquél cajón transparente en donde se suponía estaba mi hermanito, al que anteriormente le llamaban el bebé. Creo recordar que me entró una risita nerviosa cuando le cogí por primera vez su manita, a la vez que mi padre decía:
- Se llamará Marco Antonio como el Triunviro. Al cabo de un tiempo mi hermano se convirtió en mi mejor compañero de juegos y de sueños.


7 comentarios:

  1. Muy emocionante tu relato, ha hecho florecer todos mis buenos sentimientos. Los ojos se me han nublado y así no he podido darme cuenta de que tienes que revisarlo. Felicidades, Gertrud, tenemos mucha suerte de que estéis con nosotros en VE. Un abrazo muy fuerte para ti y para el bebé que luego se llamaba el hermanito.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Tula, hermana mía y compañera de juegos (mis He-man siempre terminaban liados con tus muñecas: esos músculos, jajaja). Nochebuena del 77, sí señor. Abrir los ojos al mundo en semejante fecha me impidió celebrar mi cumple con mis amigos en el cole, entre otras cosas, pero gané mucho más... Podría escribir una segunda parte titulada "Nochebuena del 84", narrando cómo volví a celebrar otra vez a un hospital semejante fecha. En fin, del peso mejor no hablamos, gracias... Besos navideños!!!

    ResponderEliminar
  3. Qué bonito!! Me parece increíble lo del peso, nunca había oído nada igual. Felicidades a ambos y a vuestra madre también, seguro que no olvidará jamás esa fecha!!

    ResponderEliminar
  4. Me has recordado al nacimiento del mío, jeje. Yo también jugaba con mi hermano y sus juguetes. Pero no liábamos a los he-man con las barbies, jajajajajaj

    ResponderEliminar
  5. Muy tierna la espera del hermanito. Lo del peso...es inquietante. Mi exmarido, que también se llama Marco Antonio, dicen que también pesó al nacer 6 kg. Yo pensaba que eso era imposible, yo había pesado 4,5 Kg y el médico dijo que ya era una barbaridad. Lo malo es que mi suegra cada año (cuando lo rememoraba)le aumentaba un Kg. ¡Menos mal que dimos por concluída la relación ya que, en estos momentos iría por los 33 kg. y eso ya....

    ResponderEliminar
  6. La fraternidad es una relación muy versátil, dependiendo de quien la viva, hay relaciones amor-odio, admiración-envidia, odio-odio, indiferencia(reciproca), esa que guarda las formas: cinismo-pasotismo, y la que más abunda por suerte amor-complicidad, que parece ser la vuestra: enhorabuena por ello y que no haga sino seguir creciendo. Un abrazo.
    PD.- Que sepáis (aunque seguramente no sea el caso) que el excesivo peso en los bebés puede deberse a diabetes de embarazo que antes no controlaban mucho, seguro que en el caso de Marco se debe a que, como todvía no hablaba y tiene tanto que decir, las palabras que tenía dentro le hicieron así de rollizo, jajaja

    ResponderEliminar
  7. Casi me haces llorar en noche buena Tula. me ha encantado, por lo sencillo y lo agil que es, el equivoco de tu hermanico es genial.

    ResponderEliminar