Los labios agrietados, quemados por el sol. La boca seca, muy seca.
Los ojos cerrados y el sol que cae implacable sobre su rostro y su cuerpo. Hace días que no se mueve. Yace en el suelo con las piernas rotas. No sabe cuando apuró la última gota de agua.
«Y ese sol despiadado...». No distingue si piensa, sueña o si ya está muerto. ¿Delira? Tal vez.
El calor inexorable sobre la piel descarnada y ajada por ese sol inclemente. Trata de salivar. No puede. La boca árida, deshidratada.
Entonces, un pensamiento fugaz le recuerda que su corazón deshabitado, desierto, le trajo a este otro desierto.
No le importa morir. Ahora ya no.
Muy bueno Geli y muy bien narrado. Me he gustado.
ResponderEliminarGracias Yolanda. Tengo una duda respecto al título. ¿Os gusta más Corazón desierto?
ResponderEliminarCoincido con Yolanda, muy bueno, nos haces sentir esa dura agonía. A mí me gusta más "Desierto" a secas.
ResponderEliminarGeli,qué agonía, estupenda la comparación, todo lo desierto siempre es duro, a mi también me parece mejor el título que tiene.
ResponderEliminarMuy bueno Geli, a mí también me ha gustado la comparación. Respecto al título, a mí me gustan los dos.
ResponderEliminarMuy bueno el doble plano del desierto, como justificación de la muerte!!
ResponderEliminarGracias chicas. Sois siempre...¡tan generosas!.
ResponderEliminarMalén, agradezco en particular tu comentario, porque es ese doble plano, precisamente, el que buscaba, y me alegra saber que el lector lo ha percibido.
Me gusta la comparación del desierto real con el dolor del corazón solitario.
ResponderEliminarTe ha faltado decir que era noche vieja.
ResponderEliminarEste pertenecía a la semana de las fotos:del coche o el desierto,...
ResponderEliminarYo escogí, muerte.