miércoles, 28 de septiembre de 2011
Sin él
EL ANTÍDOTO
También suele disfrazarse y fingir que es otra y que él es otro, que son dos desconocidos que se encuentran y se desean por primera vez. Esos juegos lo vuelven loco a Mario que la ama apasionadamente como a otra porque le recuerda tanto a ella.
Las llamadas de teléfono disparan su imaginación y ambos encuentran siempre una ocurrencia, una gracia, una forma nueva de establecer el contacto y ríen juntos a traves de las redes transmisoras de los modernos aparatos que casi no entienden.
Este año celebran sus cincuenta años juntos y están ilusionados como niños preparando la gran fiesta. Se diría que el tiempo y sus achaques se desvanecen cada tarde cuando empieza el juego...
LO QUE AÚN SÉ DE MI
La mayoría de veces no puedo recordar cosas que acabo de hacer o que me acaban de contar pero intento disimularlo con mucha maestría. Mis hijos saben lo que me está pasando aunque nunca me han hablado abiertamente de ello, o tal vez si que lo han hecho y tampoco ahora lo recuerdo. Me suelen visitar todos los días y hasta traen a los niños con ellos, esos tres pequeños soles a los que ni siquiera puedo llamar por sus nombres sin equivocarme.
En ocasiones, frente a la nevera, mi pobre mente se llena de dudas, ¿acabo de guardar la leche o aún no la he sacado? Y otras veces, cuando en la calle está todo oscuro y tengo mi pijama puesto, no estoy segura si debo irme a la cama o si me acabo de levantar.
Hay momentos en los que podría enumerar la lista completa de mi clase del colegio, pero sin embargo, también hay otros en los que me es imposible decir quién es el actual presidente de gobierno, los años que voy a cumplir o lo que hice en las últimas vacaciones. Y me es todo tan extraño.
Mi vida y todos mis recuerdos están aquí, en este pueblo en el que nací, en esta casa que era la de mis padres y en cada una de sus paredes repletas de fotos con los instantes más importantes de mi pequeña existencia. Los miro a diario y repito los nombres de aquellos a los que voy reconociendo. Suelo hacerlo en silencio para que nadie pueda escucharme y después recorro estos viejos pasillos y cada una de las habitaciones de los niños. Me siento sobre sus camas y huelo los cojines, los peluches, los trofeos, los apuntes, sus viejas ropas… A veces esos aromas me trasportan hasta las travesuras de mi pequeño Pedro o a los festivales de danza de Amalia o a la graduación de Roberto… Y me siento tan feliz como lo era entonces.
Pero cada vez sucede con menos frecuencia y mi frustración es tan grande cómo la tristeza que reflejan mis ojos frente a este espejo. Sé que aún estoy viva pero me cuesta reconocer la imagen que me muestra de mi misma. Me parece mentira que esta mujer achacada, de pelo cano, llena de arrugas y tan parecida a mi abuela sea aquella misma niña que soñaba con convertirse en una actriz muy famosa no hace tanto tiempo.
Si al menos Marco estuviera aún aquí…
Él era mi marido y mi primer y único amor. La persona que mejor me conocía, con la que más me reía y mi otra mitad. Sin su mano a la que agarrarme esto aún es más difícil de llevar.
Cada noche, antes de cerrar los ojos, intento recordar el día en el que nos vimos por primera vez y me convenzo a mi misma de que ese instante será el último que olvide de mi vida. Gracias a ello puedo seguir jugando a restarle días a mi memoria.
martes, 27 de septiembre de 2011
TARDE DE VERANO
Era una calurosa tarde de domingo. El sol entraba brutalmente a través de los cristales. Sudaba, pero no quería despegarse del teclado de su ordenador, temía que, si lo hiciese, tal vez a la vuelta ya no tendría tan claro como ahora lo que exactamente debía seguir escribiendo para que le publicaran su artículo. Se encendió un cigarrillo y continuó, sus dedos tecleaban con decisión aquel montón de ideas que fluían sin cesar, una detrás de otra. Bocanada tras bocanada, el humo llenaba sus pulmones tal y como las palabras llenaban la página antes en blanco. Le quedaban escasos minutos para poder enviar el artículo sin llegar tarde como siempre y recibir la clásica bronca de los lunes por la mañana, además de no cobrar. Apagó la colilla aplastándola contra el cenicero. Tosió repetidamente y cuando terminó puso el punto y final al texto. Volvió a coger la cajetilla y encendió otro cigarro, éste para saborearlo lentamente mientras leía y releía su impecable artículo, balanceándose satisfecha en su cómoda silla. El humo dibujaba extrañas volutas que cambiaban de color cuando los rayos del sol las atravesaban, naranja primero, azul después…hasta que desaparecían del todo. Sus labios esbozaron una suave sonrisa y entornó lo ojos mientras imaginaba los elogios de su jefe al terminar de leer el que, para ella, era su mejor artículo. Imaginaba que podría salir a comer con Jorge para celebrarlo y que entonces él le expresaría lo que sentía por ella, lo que sentían los dos…
Jorge se despertó bruscamente al oír el estridente sonido del teléfono. Al otro lado oyó la voz de su jefe quien, alterado, le pedía que saliera rápido hacia la editorial. Algo terrible había sucedido y él tenía que escribir la crónica. Se vistió rápidamente mientras su jefe le iba contando los pormenores: “Incendio en un chalet de una urbanización cercana, muere una mujer de unos treinta años al quemarse la vivienda en cuyo interior se encontraba en ese momento, según el informe de los bomberos el fuego pudo originarse a causa de un cigarro mal apagado…” Jorge le interrumpió. –Pero… ¿porqué yo? ¡Que lo escriba otro! –No Jorge, no…se trata de Silvia, ¡Silvia ha muerto!- Jorge se detuvo en seco, caminó hacia la mesilla de noche y sacó un cigarro de su última cajetilla , lo encendió y caminó hacia la puerta de su casa mientras las lágrimas resbalaban despacio por sus mejillas. El humo dibujaba extrañas volutas que cambiaban de co…
lunes, 26 de septiembre de 2011
DIEZ AÑOS
ONCE MINUTOS
Ethan nació once minutos después que su hermana Kate y en términos marsupiales, once minutos es mucho tiempo. Hay quien dice, que en su particular carrera hacia la luz, Ethan, que ya de feto era curioso, se entretuvo contando los glóbulos blancos de la placenta de su madre. Nueve meses en un entorno agradable y protector, le daban una seguridad y una paz, difícil de abandonar con tanta premura.
Kate, tenía prisa, nueve meses en un zulo oscuro y húmedo, era mucho tiempo para su pequeño espíritu inquieto y no tardó en salir. Con lo que no contaba Kate, era con la soledad que tuvo que soportar en sus primeros once minutos de vida, con esa luminosidad que dolía, con el mundo ruidoso de ahí fuera, con todos los nuevos estímulos que la confundían, con la falta de oxígeno entrante en sus diminutos pulmones, que la hicieron enrojecer hasta una tonalidad imposible. No sabía lo que ocurría, pero su malestar hizo que mostrara su rechazo de la única forma que supo, llevaba once minutos en el mundo y lo primero que aprendió Kate, fue a llorar. Después vino un grito de impotencia, un silencio que duró tres segundos y la dolorosa respiración apareció por fin, acompañada de más llanto.
Ethan la escuchó desde dentro y dejó de jugar con su ábaco materno, para salir al auxilio de su hermana. Llegó a la luz once minutos exactos detrás de Kate, llegó llorando, rojo de ira, respirando por si mismo y con los puñitos cerrados en gesto amenazante. Fue salir Ethan y fue apagarse el llanto de Kate, es la magia de los mellizos, con su mundo unido por lazos invisibles.
Así fue su primer viaje, su primer cambio de casa, pasando de la estrechez del claustro materno, a la inmensidad de un planeta. Desde entonces viajan juntos, no se separan ni un instante, ya conocen el dolor de la separación, ya sufrieron la soledad en sus carnes, aunque sólo fuera por el breve lapso de once minutos.
¿POR QUÉ TIENES TANTA PRISA?
3:1 Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa
bajo el sol.
domingo, 25 de septiembre de 2011
“Cómo se pasa la vida"…
sábado, 24 de septiembre de 2011
REFLEXIONES EN EL JARDÍN
A esa vez siguieron muchas más. El espejo empezó a corroborarlo y poco a poco empecé a identificarme con el tratamiento. En realidad, me acostumbré a responder a él, a dejar que los demás me vieran así.
viernes, 23 de septiembre de 2011
La versatilidad
jueves, 22 de septiembre de 2011
MALDITO TABACO
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Habanera
En sus tiempos de estudiante, sí alguna vez, se quedaba estudiando de noche, siempre se aseguraba, de qué no le faltase, ni su café, ní su cigarro. Pasaron los años, y fueron muchas, las noches, en las qué, cuando se sentía sola, se levantaba, y pasaba una velada, con los ojos abiertos, leyendo, fumando y tomando café. Entonces, estaba permitido, fumar en cualquier sitio,así qué no había nada qué le gustara más. Durante unos años, dejó, de fumar, y casi le gana la batalla, al deseo, qué nunca le abandonó, cuando tomaba la primera taza de café solo, pero fue débil y sucumbió, en una noche de insomnio, y con muchas ganas, volvió a coger un cigarro, y con la habitual ceremonia, como si nunca lo hubiese dejado, encendió, su primer cigarro, otra vez, acompañado de ese cafelito.
Su madre, le contó, qué cuando estaba embarazada, de ella, disfrutaba oliendo, los granos de café, seguramente, por eso, ella sigue tomandolo solo. Lo qué no le contó nadie, pero no hizo falta, es qué su padre, era fumador y al concebirla , se juntaron el aroma d el café, con el humo del cigarro, y por eso ella está condenada, a seguir disfrutando de ambos, mientras respire.
MALOS HUMOS
Nunca me he quejado porque entendí hace décadas que era una lucha perdida. En casa era uno contra cuatro de los de paquete diario, así que crecí envuelto por ese humo blanco y denso que formaba parte de lo que era mi hogar en minoría. Llega un momento en el que casi te acostumbras a él, debe de ser algo parecido a lo que les ocurre a los que viven en Londres y andan rodeados por la niebla con una naturalidad pasmosa. Pues yo igual, comía con humo, me duchaba con humo, estudiaba con humo… Lo más gracioso es que pese a no haberme puesto un cigarrillo en la boca en toda mi vida aún siguen ofreciéndomelos a diario porque ese humo se ha debido de quedar pegado a mí de alguna forma invisible que sólo advierten los del otro equipo, los fumadores, y aunque me fastidie, en cierto modo, ahora soy uno más de ellos. No fumo, pero tengo cara de que sí.
Unos días antes de que mi abuela muriese entré a su habitación para despedirme de ella y sin dejarme ni abrir la boca, me pidió o más bien me exigió como última voluntad, que dejase de fumar y así se iría mucho más feliz de este mundo: “A mi no me engañas, hueles a tabaco que tira para atrás”.
Y con diecisiete años tuve una bronquitis aguda y mi médico me recomendó encarecidamente y delante de mis padres que debía dejar de fumar porque mis pulmones se estaban resintiendo. Esta vez, ni me preguntó, lo dio por hecho mientras redactaba la receta y yo con cuarenta grados no estaba para cansarme con explicaciones que él no iba a creer. En fin...
Desde entonces he seguido una vida apestada de humo como si tal cosa. Tanto mis amigos, como mis novias, como mi mujer han fumado y siguen haciéndolo pese a todas las prohibiciones de este gobierno, de los cartelitos de las cajetillas o de lo que les diga la Asociación Española contra el Cáncer, pero hay algo que sí que ha cambiado con todo eso y es que por fin puedo disfrutar de un desayuno que huele sólo a eso, a tostadas y a zumo de naranja, y aunque todo tiene sus inconvenientes porque casi siempre lo tengo que hacer a solas mientras los que me acompañan están en la calle fumando y poniéndome verde por ser uno de los tantos “poco comprensivos no fumadores“, no deja de ser uno de los mejores momentos del día cuando desde mi silla y mientras le doy un pequeño sorbo al zumo, los miró de reojo, sonrío y me digo a mí mismo, ¡anda y que les cunda!
LA PRIMERA VEZ
lunes, 19 de septiembre de 2011
AVANCES TECNOLÓGICOS
Apretó el "play" y la animación volvió a la clase que siguió con su cháchara habitual. ¡Cómo le había cambiado la vida desde la implantación del microchip en el cerebro de los chicos! Ahora los manejaba a su antojo.
-¡Leocadia, Leocadia, despierta!, que te has quedado dormida y tus alumnos se han escapado por la ventana -le dijo el profesor de guardia-, el director está furioso y me ha dicho que vayas inmediatamente a su despacho.
Se levanto nerviosa y preocupada, fue al servicio de profesoras y fumó cinco cigarrillos, uno detrás de otro, mientras se metía entre pecho y espalda unos buenos tragos de bourbon de la petaca que llevaba siempre en el bolso. Salió segura de sí misma y dispuesta a encarar relajadamente la entrevista.
EL CASO SVEVO
sé nadar igual que un pez, un pez en un mar de mediocridad.” (Nacho Vegas, Nuevos planes, idénticas estrategias)
domingo, 18 de septiembre de 2011
EL CASTING
Mañana lo dejo.
- Cari, lo siento, no he podido aguantar ni dos horas, me he fumado 6.
- Yo también he fumado.
No tenéis ni idea de lo que estas cuatro simples palabras han supuesto para mi. Un fumador que quiere dejarlo y no lo consigue, se vuelve egoísta y retorcido, se mortifica con cada fracaso y la misma ansia que le llevó a la total dependencia del tabaco, se convierte en una fuerza destructiva que mina su moral y su autoestima, hasta convertirle en una marioneta de su propio vicio.
Ni un beso, ni un ¿qué tal el día amor mío?, lo único que quería saber cuando Elena ha traspasado la puerta de casa, era si ella, hoy, también había fracasado, porque su fracaso es mi excusa perfecta para seguir fumando.
- Lo tenemos que dejar, he estado echando cuentas y si no lo hacemos por nuestra salud, al menos, hagámoslo por nuestro bolsillo. Nos ahorraremos la friolera de 200 euros al mes cada uno, si lo metemos en el banco, en un año tendremos 4800 euros para hacernos un viajecito, podríamos ir a Cuba y fumar los mismos puros que fuma Fidel.
- Pero, acabo de comprar en el chino dos paquetes de camel.
- Dame uno, mira (reservo dos cigarrillos y el resto los parto por la mitad y los tiro a la papelera)
- ¿Qué coño haces?
- Estos ya no nos van a perjudicar y estos dos, son los últimos que vamos a fumar en nuestras vidas . El otro paquete se lo vamos a meter en el buzón al vecino con un post-it que diga: “que te aprovechen, nosotros lo hemos dejado”.
- Estás como una cabra.
- A grandes males, grandes remedios, estamos los dos en esto y esta vez vamos en serio.
Son las 2 de la mañana, no aguanto más, he recogido los cigarrillos partidos de la papelera, amontono todo el tabaco, separo las boquillas, con las facturas de la luz y el gas me he liado unos cuantos canutos de legionario y me los estoy fumando. Soy patético.
- Cari, necesito un piti, ya.
- No nos queda.
- El vecino está de vacaciones, tienes que recuperar el paquete que le metiste en el buzón.
- ¿Cómo?.
Cinco minutos más tarde estoy en el hall con dos palos de pincho moruno atados con papel de celo y cuarenta y cinco minutos después, acierto a enganchar el chivato del paquete y lo subo hasta que mis dedos pueden cogerlo por la ranura del buzón. El post-it se queda dentro.
- ¿Qué foto te ha tocado?.
- “El piñatas” ¿y a ti?.
- A mi, “el pulmones”, aunque la verdad es que prefiero al “gargantas”. Sería mucho más efectivo subir la cajetilla a 10 euros, como en Francia, verás que pronto dejamos de fumar.
Llevo fumando desde que tenía 15 años, la primera vez que intenté dejarlo, duré 18 meses sin probar un cigarro y engordé 17 kilos, salí casi a kilo por mes. Hoy fumo 30 cigarrillos diarios, he arrastrado a Elena a mi peor vicio, peso 105 kilos, soy incapaz de correr para coger el autobús, toso por costumbre, se me cae el pelo, no gano para post-its, papel de celo y palos de pincho moruno, tengo migrañas y mi piel es de un color entre verde aceituna y blanco fumata, pero os juro que hoy no, porque toca póquer con los colegas y el humo me ayuda a concentrarme, pero mañana, lo dejo.
EL INCENDIO
AÚN UN ÚLTIMO DESEO
RIP
sábado, 17 de septiembre de 2011
EL SUCESO DE CALVARIO.
CLASE DE ARTE CONTEMPORÁNEO
jueves, 15 de septiembre de 2011
EMILLE
Desde un rincón oscuro de un lugar silencioso, donde la ausencia de ruido es lo que más llama la atención, escribo esta carta desesperada sin destinatario, espero que caiga en las manos de quien sepa entender la verdad que se esconde tras estas líneas, si me lees algún día, estarás en grave peligro y tu salvación sólo dependerá del uso que hagas de mi historia.
Todo empezó con un inocente correo electrónico que escribí a mi compañero de fatigas laborales, acababa de salir de la ducha y me disponía a ver una serie de televisión de esas, que si te pierdes un episodio, mas te vale bajártelo de E-mule si quieres que tu estabilidad psíquica siga trazando los renglones rectos. Tenía prisa y sí, reconozco que recurrí a las contracciones lingüísticas para abreviar el mensaje y terminarlo antes. Todo ocurrió muy deprisa, el ordenador me cegó con una luz digna de explosión de supernova y una fuerza de otra dimensión me succionó hasta el lugar desde donde te escribo. Las horas pasaban sin poder contarlas, la oscuridad detiene el tiempo y la ausencia de sonido te mantiene en ese estado hipnótico y letárgico del sueño; pero yo no estaba dormido, mis manos abrazaban mi portátil, como el náufrago abraza la aleta dorsal de un tiburón, creyéndola un trozo de materia flotante salvadora. No podía moverme, el pánico controlaba mi capacidad motora, era de tal manera un pelele de algo tan poderoso e incomprensible, que la ansiedad se convirtió en los hilos conductores de mi vida y fue así, con la derrota afincada en mis venas, como conocí a Emille.
Al principio no se mostró en forma alguna, tan solo, hablaba. Su voz era todas las voces y ninguna, susurraba cosas, pero su voz sonaba con ensordecedor estruendo. No podía entender lo que decía, no tenía lógica, sonaba como a vocales y consonantes vomitadas sin orden ni sentido. Le dije: muéstrate voz, deja que te vea, volvió el silencio y en pocos segundos, una espiral de letras se fue formando ante mis ojos, dando forma a una silueta de mujer de proporciones perfectas, de curvas vertiginosas, de rasgos imposibles. Miles de letras de colores daban forma a este ser de dimensiones oníricas, era la mujer con la que todos hemos soñado alguna vez, pero su piel, no era piel, era desordenada literatura.
Habló despacio, buscando cada palabra que pronunciaba como si lo hiciese por primera vez, con el mismo estruendo me dijo: me llamo Emille y tu y otros como tu me habéis creado. Soy fruto de vuestra desidia, cada vez que contraéis una palabra para enviar un e-mail o un sms, ¿qué crees que ocurre con las letras que no se envían?, esas letras que forman palabras mutiladas, me sustentan y me hacen tal y como me ves ahora.
Te he elegido para que devuelvas el sentido de existir a todas mis letras perdidas, debes hacerlo si quieres recuperar tu vida, tómame y haz conmigo una historia que te redima.
Emille se deshizo ante mis ojos y con sus restos te escribo mi carta desesperada. Espero que cuando con el ratón de mi ordenador coloque el cursor en enviar y pulse para hacerlo, esta pesadilla termine. Si no es así, no sé que especie de monstruo habré creado y enviado, no sé las consecuencias de ello y lo que más me aterra, no sé que pasará conmigo. Ya he perdido la capacidad de hablar, pero mi voz sigue sonando dentro de mi cabeza, suena como todas las voces y ninguna, como un torrente caótico de fonemas ininteligibles.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
UNA MUJER CORAJE
martes, 13 de septiembre de 2011
FREDERICK M. R. HUMBOLT
Oro
lunes, 12 de septiembre de 2011
LA TORPEZA DEL DEMONIO
Ahora vuelvo
En la televisión las noticias no cesaban de hablar de la fuga de un violento preso, un psicópata, famoso por sus crímenes y delitos de sangre. Hacían recomendaciones a los ciudadanos para que se abstuvieran de salir por la noche y para que extremaran sus precauciones.
Nunca pude regresar.