lunes, 19 de septiembre de 2011

EL CASO SVEVO

“…yo, como buen occidental,
sé nadar igual que un pez, un pez en un mar de mediocridad.” (Nacho Vegas, Nuevos planes, idénticas estrategias)

            Marco XIII, como los  anteriores doce, trabajaba  en el Departamento Internacional de Revisión Artística. Este departamento fue creado en el año 2073 por el gobierno de la zona euro-norteamericana. Su cometido era detectar, eliminar y sustituir todas aquellas referencias al tabaco que aparecían en los libros, el cine, la música, la fotografía,… Marco XIII era uno de los mejores. Él fue el encargado de “limpiar de humo”, como se decía en el argot del departamento, la película Casablanca. Tras un durísimo trabajo de más de un año, la película quedó perfecta. Bogart y sus  amigos mascaban chicle, comían caramelos y chupaban regaliz, pero no fumaban ni un solo cigarrillo. Mucho más difícil fue el caso Svevo. Cuando a Marco XIII  le llegó la noticia de que  debía “limpiar de humo” la novela La conciencia de Zeno, de Italo Svevo, supo que  aquel era un reto mayúsculo. En cada hoja, página y párrafo, Svevo hacía referencia directa o indirecta al innoble vicio de fumar. Tras dos meses dándole vueltas a una posible  solución, Marco XIII decidió sustituir la palabra “fumar” por “cantar”; la palabra “humo” por “canción” y la palabra “ceniza” por “voz”. Así, La conciencia de Zeno terminó siendo una magnífica  novela sobre un hombre que  decide psicoanalizarse porque no puede dejar de  cantar, pero vive deprimido porque tiene muy poca voz. Una verdadera obra maestra.
            Lo que nadie  sabía (y era mejor que nunca supiesen) es que Marco XIII guardaba en un archivo personal todos los “recortes” (así era como llamaban los del departamento a los  trozos de películas, novelas, canciones o fotografías que  estaban “infectados de humo”) como si fuesen un tesoro. Realmente desconocía la razón que le movía a jugarse el trabajo, la reputación y la vida  en algo que, aparentemente, no le beneficiaba en nada. Sin embargo, para Marco XIII no había  mayor placer que llegar a su “habitación-nido”  después de una dura jornada de más de diez horas en el departamento, destapar una lata de bio-vitaminas con sabor a néctar  de  uva y ver en su “pantalla-mural” a Lauren Bacall pidiéndole fuego a Humphrey Bogart.

9 comentarios:

  1. Qué bueno Marco, tu alter ego me recuerdas a Montag, de Fahrenheit 451. Imagino un mundo sin humo pero con nostalgia de el. Estoy seguro que si borrásemos de la cabeza de los hombres la idea del tabaco, volvería a aparecer. Me ha encantado.

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  2. Marco que magnifico relato, sería horrible ver a Bogart masticando chicle, eso no se puede consentir, pero si esto sigue así seguro que escucharemos la cancion de nuestra Sara pero con esta versión " masticando espero al hombre que yo quiero..."

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  3. El relato muy bueno, como siempre, Marco. La exageración tremenda. Es muy importante conocer el pasado para no caer en los mismos errores.

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  4. Fernando, es cierto que recuerda a Montag (qué grande Bradbury), pero es curioso que lo que tenía en mente cuando lo escribía era 1984.
    Lucrecia, las distopías siempre tienen algo de exagerado, pero siempre tienen algo que parte de la realidad, y que produce ciertamente mucho miedo. Lo cierto es que, lamentablemente, la demagogia ha terminado apoderándose del debate acerca del tabaco.
    Tula, Fernando, Lucrecia, gracias por vuestros comentarios. Un beso a todos!!!

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  5. Grande, como siempre. Magnífico relato. Me ha encantado.

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  6. Un relato genial, lo prohibido siempre se desea con mayor fuerza.

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  7. Siendo no fumadora no podría ver Casablanca sin ese humo de fondo, hay cosas que no deben modificarse jamás. Magnifico!!!!

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  8. Muy buen relato, en el que el gusto por lo prohibido mueve al protagonista, a pesar de todo.

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  9. A mi, como a Fernando, también me regordó a Montag, pero eso no quita que mi opinión sobre tu relato sea que me parece buenísimo y que tu imaginación y tu forma de escribir me han hecho mantenerme pegada a tu relato. Enhorabuena

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