DÍA 1
Viernes, 9:35 a.m.
¿Maribel? Hola, soy Carmen, ¿te acuerdas lo que
hablamos ayer tarde? ¿Sí? Pues que he consultado con la almohada y lo he
decidido ya: voy a dejar a Ricardo. Sí, que por fin lo dejo. Tienes razón cuando
dices que es muy egoísta y que no nos parecemos en nada, que a mí me gusta
bailar y él odia hacerlo, que solo le interesa el fútbol y el cine, que pasa
del teatro y de las reuniones con nuestros amigos, que es bastante soso y que
le aterra el matrimonio. Luego le llamo y quedo con él para tomar una copa y
decírselo a la cara, yo no soy de esas que se despiden con un SMS o por
teléfono. Tengo una compañera que el novio se enteró porque lo leyó en su muro
de Facebook, ¿te lo puedes creer? Qué guarra, ¿no? Yo no soy así, le voy a presentar
mis razones a la cara y como es inteligente y comprensivo creo que lo entenderá.
El caso es que está como un tren el cabronazo. Pero ya está bien, hasta aquí
hemos llegado, me aburre mucho y punto. Oye, te dejo que se acerca mi jefa. Después
hablamos, ciao.
Viernes, 2.10 p.m.
Hola Maribel, veo que estás
hablando con alguien, te dejo mensaje en el contestador. Pues que he llamado a
Ricardo y me ha dicho que esta tarde no puede porque se había comprometido con
unos compañeros para jugar al fútbol y tal. ¿Lo ves? Son más importantes sus amigos
de la oficina que yo… Bueno, lo bien cierto
es que me ha propuesto invitarme luego a cenar, creo que aceptaré y durante la
cena se lo suelto, diplomáticamente pero sin anestesia, se lo suelto. Te llamo
luego, guapa. Un besito.
Viernes, 7.40 p.m.
Maribel, es que estoy dudando entre
el vestido rosa de la mega-minifalda o el mono verde del
súper-escote-de-la-muerte, ¿a ti qué te parece? ¿Qué por qué me caliento la
cabeza con trapitos si le voy a dejar? Bueno, chica, perdona, pero mi abuelo
decía que no hay que confundir la gimnasia con la magnesia… Además, quiero que
se entere de lo que se va a perder por no haber puesto suficiente interés… ¿Entonces
el verde? Gracias, Mary, eres un sol. Te debo una. Muák.
Viernes, 10:15 p.m.
Mary, que soy yo, Carmen. ¿Puedes
hablar? ¿Sí? Mira, estoy en el baño. El muy lagarto me ha traído al Restaurante
donde me invitó la primera noche. ¿Te lo puedes creer? Ese restaurante
pequeñito tan romántico, en el que toca un trío de jazz, sí, justo, el mismo.
Para mí que se huele algo, hoy ha venido de punta en blanco, hecho un pincel.
Conque te diga que los tíos le miran más a él que a mí… Está para comérselo, te
lo juro. No sé si voy a ser capaz de enviarle a freír espárragos… Es que encima
se debe haber duchado con agua de colonia, se ha puesto gomina y me ha traído
una rosa, ¡vaya cabrón! Ya, ya sé que he de decírselo, pero me va a costar un
ovario arrancar, además es tan sensible, es capaz de ponerse a llorar a moco
tendido. Sí, sí, vale, te llamo luego. Besito.
Viernes, 11:45 p.m.
Maribel, estoy otra vez en el baño. En la cena
no he podido abordar el tema, chica, no he sido capaz, qué quieres… Hoy está de
un encantador subido, ha pedido champán francés y me ha sacado a bailar cuando
los músicos han empezado a interpretar “You
can’t take that away from me”. ¿Nunca te dije que me chifla ese tema? Pues
me ha confesado que había rogado al pianista que tocasen esa canción cuando nos
sirviesen el espumoso. ¿No es un cielo? Bueno, ahora me ha invitado a tomar un
gin-tonic en su apartamento. Sí, sí, te juro que entonces se lo digo, no voy a
esperar más. A solas será más fácil… Espero que no se lo tome a mal y le dé un
infarto. Bueno, chica, buenas noches, ya hablamos mañana.
DÍA 2
Sábado 10:10 a.m.
¿Maribel? Soy Carmen y ya puedes
empezar a llamarme ex-amiga, zorra, más que zorra. Que me he enterado que le
has estado tirando los tejos a mi Ricardo con mensajitos provocativos, que los
he visto en su móvil. ¿Qué lo espío? Y una mierda, bonita. Me los ha enseñado
él, y también sus evasivas respuestas y esas fotitos medio porno que le
mandabas, chicholina de pacotilla. Vaya amiga que eres, ¡mala pécora! Pues que
te enteres que ayer cuando llegamos a su casa nos tomamos unas copas y seguimos
bailando al ritmo de las bossa-novas de Astrud Gilberto y luego nos bañamos
juntos e hicimos el amor como nunca antes, con una pasión desbocada, imbécil. Y
que esta mañana, después de traerme el desayuno a la cama me ha pedido que me
case con él, ofreciéndome un anillo que es una pasada, que si lo ves te mueres
de la envidia cochina que te entra, boba insulsa. Sí, ahora ponte a llorar como
una mema… Pero ¿de qué vas? Querías que riñera con mi novio para intentar cazarlo
tú luego, ¿no? Pues te jodes como dijo Herodes, tonta del culo. Sí, sí, sigue
llorando, tarada. Mira, cuando cuelgue voy a borrar tu número de la agenda, te
aconsejo que hagas lo mismo con el mío. No quiero volverte a ver ni hablar
contigo nunca más. Hemos acabado para siempre. Y para terminar, te voy a decir
otra cosa: el conjuntito azul celeste que te aconsejé que te compraras te sienta
de puñetera pena, tía foca. Muák y hasta nunca.