Blanca
trabajaba clandestinamente para una familia formada por siete hermanos varones.
Ya sé que esto, hoy en día, no es ninguna novedad (me refiero al hecho de trabajar
de forma clandestina, claro; otro cantar es encontrar a siete hermanos varones y
además enanos, que trabajen juntos sin discutir). A lo que íbamos, Blanca
recibía todos los meses de la mano de Sabio (no se podía llamar de otra forma)
un sobre color marrón con una cantidad ridícula de dinero que no le daba más
que para comer. En lo referente a su vestuario, se las tenía que ingeniar para lavar, día sí y día
no, las únicas prendas que tenía: la maldita falda amarilla y el corpiño azul.
Mientras
barría el patio de la casa de los siete simpáticos explotadores, acertó a pasar por
delante y fijarse en ella un joven quien dijo ser el hijo del rey. Así, sin más.
Blanca flipó en colores y se esforzó en resultar simpática, agradable y
hospitalaria. Tan hospitalaria resultó ser que, después de su primer encuentro,
la tripa le comenzó a crecer de forma sospechosa hasta el extremo de que los
siete hermanos comenzaron a discutir entre ellos sobre la
identidad del causante. Al
final, fue ella quien salió perjudicada y Gruñón (tampoco podía ser otro) la
despidió sin finiquito alguno, tan siquiera en
diferido.
Blanca
buscó a su príncipe por todos los castillos y mansiones del reino. Después de muchas
pesquisas, lo encontró, por casualidad, viviendo de alquiler en un pisito de
soltero sucio y desordenado, sin apenas espacio. Temió ser despedida de nuevo,
pero no fue así. El joven noble, le explicó que había sido desheredado por mantener
principios más próximos a los ideales republicanos y que había tenido que
esconderse, ya que su vida corría peligro. Finalmente, encontró trabajo en un taller de
mecánica para el automóvil propiedad de quien, en otros tiempos, había sido su
chófer.
Desde
luego que no resultó ser el príncipe soñado, pero sí el príncipe soñador, que
tampoco estaba mal.
Actualmente compagina su trabajo con la plataforma no al desahucio, se dedica a organizar escraches y tiene pensado encabezar una petición para que, los palacios y mansiones propiedad de su familia y demás nobleza, paguen el IBI de una puñetera vez. Blanca ejerce de modista en el domicilio mientras cuida de sus hijos. Lo hace de forma clandestina porque no cobra lo suficiente para pagar la cuota mensual de autónomos ¡Pais!
Actualmente compagina su trabajo con la plataforma no al desahucio, se dedica a organizar escraches y tiene pensado encabezar una petición para que, los palacios y mansiones propiedad de su familia y demás nobleza, paguen el IBI de una puñetera vez. Blanca ejerce de modista en el domicilio mientras cuida de sus hijos. Lo hace de forma clandestina porque no cobra lo suficiente para pagar la cuota mensual de autónomos ¡Pais!
Qué divertido y actual, no podía ser de otra manera. Felicidades!!
ResponderEliminarGracias, Malén!! La foto se merecía algo así...
EliminarMuy bueno, Amparo.
ResponderEliminarGracias, Lu!!
EliminarMe he reído mucho, una Blancanieves realista. Estupendo!
ResponderEliminarGracias, Amparo!!!
EliminarJa ja ja ja.. Qué bueno, Amparo. Desternillante aunque con un excelente punto ácido. Me encanta (sobre todo lo del finiquito en diferido y los escraches). Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Rafa!!
EliminarMe ha encantado!!!!Qué gracioso y ocurrente!! Pero te ha faltado decir al final q tb cuidaba a su retoño!! Super enhorabuena!!!
ResponderEliminarGracias, una alegría que comentes por aquí. A ver si te animas y escribes algún día!!!
EliminarUn toque de humor muy necesario Amparo. ¡Es buenísimo! Enhorabuena. Un abrazo
ResponderEliminar¡Gracias,Fina!!
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