miércoles, 1 de mayo de 2013

OTRO CUENTO...




                                                               
Blanca trabajaba clandestinamente para una familia formada por siete hermanos varones. Ya sé que esto, hoy en día, no es ninguna novedad (me refiero al hecho de trabajar de forma clandestina, claro; otro cantar es encontrar a siete hermanos varones y además enanos, que trabajen juntos sin discutir). A lo que íbamos, Blanca recibía todos los meses de la mano de Sabio (no se podía llamar de otra forma) un sobre color marrón con una cantidad ridícula de dinero que no le daba más que para comer. En lo referente a su vestuario, se las tenía que ingeniar para lavar, día sí y día no, las únicas prendas que tenía: la maldita falda amarilla y el corpiño azul.
Mientras barría el patio de la casa de los siete simpáticos explotadores, acertó a pasar por delante y fijarse en ella un joven quien dijo ser el hijo del rey. Así, sin más. Blanca flipó en colores y se esforzó en resultar simpática, agradable y hospitalaria. Tan hospitalaria resultó ser que, después de su primer encuentro, la tripa le comenzó a crecer de forma sospechosa hasta el extremo de que los siete hermanos comenzaron a discutir entre ellos sobre la identidad del causante. Al final, fue ella quien salió perjudicada y Gruñón (tampoco podía ser otro) la despidió sin finiquito alguno, tan siquiera en diferido.
Blanca buscó a su príncipe por todos los castillos y mansiones del reino. Después de muchas pesquisas, lo encontró, por casualidad, viviendo de alquiler en un pisito de soltero sucio y desordenado, sin apenas espacio. Temió ser despedida de nuevo, pero no fue así. El joven noble, le explicó que había sido desheredado por mantener principios más próximos a los ideales republicanos y que había tenido que esconderse, ya que su vida corría peligro. Finalmente, encontró trabajo en un taller de mecánica para el automóvil propiedad de quien, en otros tiempos, había sido su chófer.
Desde luego que no resultó ser el príncipe soñado, pero sí el príncipe soñador, que tampoco estaba mal. 
Actualmente compagina su trabajo con la plataforma no al desahucio, se dedica a organizar escraches y tiene pensado encabezar una petición para que, los palacios y mansiones propiedad de su familia y demás nobleza, paguen el IBI de una puñetera vez. Blanca ejerce de modista en el domicilio mientras cuida de sus hijos. Lo hace de forma clandestina porque no cobra lo suficiente para pagar la cuota mensual de autónomos ¡Pais!

12 comentarios:

  1. Qué divertido y actual, no podía ser de otra manera. Felicidades!!

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  2. Me he reído mucho, una Blancanieves realista. Estupendo!

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  3. Ja ja ja ja.. Qué bueno, Amparo. Desternillante aunque con un excelente punto ácido. Me encanta (sobre todo lo del finiquito en diferido y los escraches). Un abrazo.

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  4. Me ha encantado!!!!Qué gracioso y ocurrente!! Pero te ha faltado decir al final q tb cuidaba a su retoño!! Super enhorabuena!!!

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    1. Gracias, una alegría que comentes por aquí. A ver si te animas y escribes algún día!!!

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  5. Un toque de humor muy necesario Amparo. ¡Es buenísimo! Enhorabuena. Un abrazo

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