Las manos le temblaban al tocarla
como si de una caricia robada se tratase. Los recuerdos se hacían tangibles. Se había vestido con sus mejores galas, era tan limpio y meticuloso como el corazón de las palabras que salían de sus dedos. Cuando una inesperada mancha de tinta ensució
sus sentimientos sobre el satinado papel, se puso tan fuera de sí que la apartó de sus pensamientos y ya no
quiso saber nada más de ella.
Terrible ese perfeccionismo. Me gusta mucho tu micro, Maga.
ResponderEliminarMaravillosa exhibición de poderío literario, Malén. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buen micro, Maga!!
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