Aquella extraña mujer se llamaba Literanta. En sus cabellos rojos y verdes, que ella separaba como las cortinas de un teatro, se enredaban las historias que salían de su cabeza, adoptando formas curiosas e increíbles. Un día surgía de sus cabellos un castillo; otro, ramas de árboles e incluso bosques enteros. En ellos habitaban brujas y magas, hadas y duendes. Acercarse a su lado era fuente constante de sobresalto, pues en cualquier momento podían aparecer sus personajes como pequeños saltimbanquis.
Pero no todo era paz y concordia entre aquella maraña de historias. Había noches de luna llena en las que las hebras rojas y verdes de su pelo se enroscaban y entremezclaban. Se producía, entonces, un caos enloquecedor. Literanta aullaba de dolor y rabia. Intentaba en vano desembarazarse de aquellos seres monstruosos que nacían de la mezcla de contrarios: ogros y hadas, duendes y brujas, madrastras y enanos. Tras largas horas de agonía, justo a la salida del sol, conseguía que aquellas horrendas criaturas huyeran despavoridas, cegadas por la luz del día.
Sin embargo, otras noches, todo era paz y armonía. Las mujeres, acusadas de libertinas por la historia de la literatura, como Madame Bobary, Ana Ozores o Ana Karenina, se hacían amigas y vivían felices y contentas, alejadas del adulterio. Los grandes asesinos en serie, como Jack el destripador y tantos otros se volvían corderitos. Los amores imposibles y fracasados de Romeo, de Cyrano o de Margarita Gautier se tornaban intrascendentes, sosos y cotidianos. Esas noches, Literanta descansaba tranquila y pensaba que todo era posible en el mundo de la fantasía y ficción que inunda los sueños.
Ella ignoraba adónde iban a parar todos sus personajes. Sus criaturas, las malas y las buenas, volaban en la noche estrellada y se posaban risueñas en las almohadas de los escritores. Cuando ellos despertaban, enloquecían de contento. Sus plumas surcaban rápidas las hojas en blanco que descansaban en sus mesas de estudio.
Wis y Malén (Proyecto colaborativo)
Felicidades a las dos, bellísima historia. Aplausos y abrazos.
ResponderEliminarPrecioso, imaginativo, flipante,nenas.
ResponderEliminarMuy bueno amigas, gracias por esta historia llena de encanto.
ResponderEliminarEste es el estilo que me gusta. Felicidades
ResponderEliminarFelicidades chicas, buena obra.
ResponderEliminarEl título es brutal y la imaginación que habeis aportada es Daliliana, realmente, los protagonistas de los cuentos de Literanta se han posado en vuestras almohadas.
ResponderEliminarMuy buena idea: la literatura dentro de la literaruta. La imaginación al poder, claro que sí. ¡Bien hecho chicas!
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