Sabía cómo ganarse mi voluntad. Tenía las armas y apenas necesitaba usarlas; le bastaba con entornar sus ojos y rodearme con sus brazos mientras me acariciaba con su voz de terciopelo. Ese día no fue diferente. Anochecía sobre la calurosa tarde de un 10 de agosto, en la sierra; solo hacía una semana que tenía el carnet y se avecinaba una tormenta; no supe negarme y las llaves del deportivo pasaron de mis manos a las suyas.
Hoy también anochece y amenaza tormenta mientras evoco el sonido de su voz de terciopelo: “porfa papá conduciré con cuidado”.
Trístísimo y muy bien conseguido. Creo que te lo comenté anteriormente. Entre el de Lu y este me dejáis sin habla.
ResponderEliminarCoincido, buen relato de una historia terrible.
ResponderEliminarPrecioso Yolanda, muy buen relato.
ResponderEliminarJo, qué triste.... está muy bien, corto y con el trasfondo del drama
ResponderEliminarTiste, aunque real.
ResponderEliminarTe quedas sin respiración imaginando la tragedia, prefiero imaginar que hablas de la primera vez que Alonso, con su voz de terciopelo, cogió el deportivo de su padre.
ResponderEliminarYolanda, me quito el sombrero. Me encantan estos micros que cuentan tanto en tan pocas palabras.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena.