La fiesta se tendría que haber iniciado tras la aparición de Yolanda con su divino traje de danzarina del vientre, pero todos miraban intranquilos hacia la puerta de entrada, esperaban la llegada de Geli y Leocadia con diminuto, el gnomo de la lámpara, incluso la de Julieta con ellos. Nada estaba decidido todavía, pero les parecía que ya tardaban demasiado. El hecho de compartir un hotel tan fastuoso con grandes figuras de la literatura como Ernest Hemingway o Agatha Cristie, les hacía vivir un sueño, aunque fuera medio siglo más tarde. Marco recitaba nervioso frases enteras de "Por quién doblan las campanas", mientras giraba sin parar la cucharilla de plata en su taza. Fernando se asomaba a los grandes ventanales para vigilar a su magnífico corcel árabe.
Bebían té con hierbabuena, escondidas las bebidas espirituosas, para mantener la sensatez entre los miembros del grupo. Fergal, ejerciendo de anfitriona, iba pasando las bandejas de dulces. Lucrecia, con su vaporoso traje blanco no podía disimular la intranquilidad que sentía por Leocadia. La puerta de acceso al gran salón se abrió e hicieron su aparición las tres damas cual fulgurantes estrellas en la noche despejada. Estaban irreconocibles y hermosísimas en sus largas túnicas tejidas con arenas del desierto y claros de luna. Rápidamente sus amigos las rodearon, esperando ansiosos el relato de sus aventuras.
Hablaban todos a la vez, nerviosos por conocer no solo cómo Leocadia había liberado a Geli, sino cómo había convencido a Julieta para que las acompañara. Leocadia, consciente de que sin Sherezade volvía a ser el centro de atención, comenzó a narrar lo sucedido.
-Diminuto es un tipo estupendo ¿sabéis? Esto lo dijo con esa voz que modulaba como una gata arrullada al calor de la lumbre. Y continuó:
-Lo primero que hizo -aquí añadió una pequeña pausa para mantener a su audiencia pendiente de sus palabras y sus gestos- fue presentar a Sherezade y Literanta al nómada bereber.
Asun y Lucrecia intercambiaron una mirada cómplice.
-¡Leo!, no te atrevas a nombrar a ese par de embaucadoras libertinas- protestó con energía Julieta.
Marco aprovechó la interrupción y ofreció té a las recién llegadas, mientras Fernando apuntaba: -Si ya es difícil manejarlas por separado, juntas son incontrolables, -te comprendo muy bien Julieta.
Ella agradeció sus palabras. ¡Estaba tan dolida! Sobre todo por la irrespetuosa actitud de su ex amante.
La había abandonado por Literanta y sus irresistibles historias, incluida Sherezade y allá se habían quedado, formando parte de su numeroso harén. Asun la consolaba.
Pues ahora que ya estamos todos más tranquilos y que vuestra aventura ha finalizado bien, ¡qué empiece la fiesta con el baile de Yolanda!
-¡Un momento, un momento, no estamos todos! -repuso Fernando-, en unos instantes aparecerán Eufrasio y Amparo, que andaba tirada por Valencia con mala cara y peor humor y también se nos unen. Ya he enviado un coche a recogerlos al aeropuerto.
-Pues ¿qué tal si, mientras esperamos el baile y a los que faltan, vamos destapando unas botellitas para celebrarlo? -propuso Wis.
-¡Bien, Hurra! -respondieron como locas Geli, Lucrecia y Malén- pensábamos que este momento no llegaría nunca.
Y así entre brindis y choques de copas nuestros amigos reían y comentaban las anécdotas de tan accidentado viaje a Estambul. Fergal, preocupada, como buen anfitriona, fue dando las órdenes para que los preparativos de la cena se iniciaran, mientras animaba a Yolanda para que comenzara su danza del vientre inmediatamente, así distraían la espera. Esta se subió al escenario y ni corta ni perezosa se lanzó, mientras sus amigos la jaleaban y animaban.
Bebían té con hierbabuena, escondidas las bebidas espirituosas, para mantener la sensatez entre los miembros del grupo. Fergal, ejerciendo de anfitriona, iba pasando las bandejas de dulces. Lucrecia, con su vaporoso traje blanco no podía disimular la intranquilidad que sentía por Leocadia. La puerta de acceso al gran salón se abrió e hicieron su aparición las tres damas cual fulgurantes estrellas en la noche despejada. Estaban irreconocibles y hermosísimas en sus largas túnicas tejidas con arenas del desierto y claros de luna. Rápidamente sus amigos las rodearon, esperando ansiosos el relato de sus aventuras.
Hablaban todos a la vez, nerviosos por conocer no solo cómo Leocadia había liberado a Geli, sino cómo había convencido a Julieta para que las acompañara. Leocadia, consciente de que sin Sherezade volvía a ser el centro de atención, comenzó a narrar lo sucedido.
-Diminuto es un tipo estupendo ¿sabéis? Esto lo dijo con esa voz que modulaba como una gata arrullada al calor de la lumbre. Y continuó:
-Lo primero que hizo -aquí añadió una pequeña pausa para mantener a su audiencia pendiente de sus palabras y sus gestos- fue presentar a Sherezade y Literanta al nómada bereber.
Asun y Lucrecia intercambiaron una mirada cómplice.
-¡Leo!, no te atrevas a nombrar a ese par de embaucadoras libertinas- protestó con energía Julieta.
Marco aprovechó la interrupción y ofreció té a las recién llegadas, mientras Fernando apuntaba: -Si ya es difícil manejarlas por separado, juntas son incontrolables, -te comprendo muy bien Julieta.
Ella agradeció sus palabras. ¡Estaba tan dolida! Sobre todo por la irrespetuosa actitud de su ex amante.
La había abandonado por Literanta y sus irresistibles historias, incluida Sherezade y allá se habían quedado, formando parte de su numeroso harén. Asun la consolaba.
Pues ahora que ya estamos todos más tranquilos y que vuestra aventura ha finalizado bien, ¡qué empiece la fiesta con el baile de Yolanda!
-¡Un momento, un momento, no estamos todos! -repuso Fernando-, en unos instantes aparecerán Eufrasio y Amparo, que andaba tirada por Valencia con mala cara y peor humor y también se nos unen. Ya he enviado un coche a recogerlos al aeropuerto.
-Pues ¿qué tal si, mientras esperamos el baile y a los que faltan, vamos destapando unas botellitas para celebrarlo? -propuso Wis.
-¡Bien, Hurra! -respondieron como locas Geli, Lucrecia y Malén- pensábamos que este momento no llegaría nunca.
Y así entre brindis y choques de copas nuestros amigos reían y comentaban las anécdotas de tan accidentado viaje a Estambul. Fergal, preocupada, como buen anfitriona, fue dando las órdenes para que los preparativos de la cena se iniciaran, mientras animaba a Yolanda para que comenzara su danza del vientre inmediatamente, así distraían la espera. Esta se subió al escenario y ni corta ni perezosa se lanzó, mientras sus amigos la jaleaban y animaban.
Acabada tan maravillosa actuación y una vez recuperada Yolanda de su esfuerzo, pasaron a la cena, no sin antes brindar por los recién llegados, que estaban estupefactos al ver el ambiente en el que se movían sus amigos. Amparo y Eufrasio habían llegado durante el baile y aún no conseguían articular palabra. Felices, sí, al ver que estaban todos y no faltaba nadie.
Mientras se disponían en sus sitios, tomó la palabra la presidenta de VE. para desearle a Fergal que siguiera tan feliz por muchos años más y declarar cerrada esta fantasía oriental. Les animó a que se regalaran presentes en forma de relato navideño y que procuraran no olvidar a nadie. Sus palabras fueron acogidas unánimente con un caluroso aplauso, mientras sobre todos ellos planeaba una ilusión. La de seguir escribiendo e iluminando sus vidas con dicha afición.
¿Habéis visto la peli "Midnight in Paris" de Woody Allen? Esta historia me la ha recordado. Como no sé colgar pelis en el blog del cine, os la recomiendo desde aquí....Me pareció muy subrrealista y daliliana... jeje
ResponderEliminarPues yo no, a ver si la consigo.
ResponderEliminarPodéis corregir y modificar el texto...
ResponderEliminarYo sí. Me encantó. Es una genialidad más del maestro. Y sí, algo de eso hay en nuestro texto.
ResponderEliminarMalén, muy bien. Esta noche le echo un ojo: corregiré si es necesario, y trataré de continuar.Pero tengo un poco de lío: ¿Fergal es Dori, Yolanda, ninguna de las dos? Uf, anda perdida cpn vosotras. Solo me faltaba la tozuda de Julieta enamoradísima del berebere.
Fergal es Dori, la que se queda a vivir en estambul, Yolanda la del traje del look azul, tú tb. tienes dos nombres, y a las demás ya nos conoces. Soy yo la que me equivoco.
ResponderEliminarBueno, con o sin equívocos es una continuación preciosa que nos adentra en las fantasías orientales que me encantan. Gracias por mantenerme alejada del alcohol.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarfantástico, Mag. Creo que ha entrado una especie de virus oriental en VE, lo malo es que lo pasáis genial y a mí me han secuestrado en el instituto y no me dejan salir entre exámenes y evaluaciones por lo que sospecho que hay una impostora que se hace pasar por mí. ¡TENED CUIDADO!
ResponderEliminarQué divertido Malén, yo creo que deberías continuarlo, Geli y Leocadia estarán contándole a Diminuto quién es cada una de nosotras que seguro se hace lio también, o fumando de la pipa de la paz, para entonarse un poco.....
ResponderEliminarTú, Dori has sido la iniciadora, así que te toca seguir de nuevo, que si el embrujo de Oriente y ... Ahí nos has liado a todas. Y encima Lucrecia también secuestrada, si es que no puede ser!!
ResponderEliminarUf chicas, me quedo sin ideas (y sin tiempo para seguiros) aunque se hará lo que se pueda. Besos.
ResponderEliminarBueno, chicas, he añadido un tramo más de historia, desde donde lo dejó Malén.
ResponderEliminarMañana más. Se me cierran los ojillos.
Está resultando muy divertido.
Pues parece que lo hemos conseguido ¿no os parece?
ResponderEliminarHa quedado simpático.
Muy bien, Geli. Ha quedado divertido!!
ResponderEliminarPlas, plas, plas. Estupendo, chicas y bravo por el baile de Yolanda y sigo insistiendo, esa que se hace pasar por mi es una impostora.
ResponderEliminarEs una historia preciosa, la he leido varias veces, yo creo que ya no se puede añadir nada mas, está para concurso literario, eso si, de "macrorelatos". Que conste que os avisé: lo oriental atrapa los sentidos .....
ResponderEliminarSHALAM MALECUM.
Bravo, muy divertido, me encantó el baile de Yolanda.
ResponderEliminar¡Maravilloso final, para una historia divertida a la vez que...exótica!
ResponderEliminarBsitos