Olía a cuerno quemado pero merecía la pena. Había consenso: nueve renos voladores era mucho mejor que tres camellos, además, nueve es divisible entre tres. El plan había salido perfecto. Ese gordo vestido con los colores del III Reich ya no volvería a ser el protagonista de las fiestas, ni el puto amo del mercado del juguete. A ver quién era el guapo que iba a distinguir un reno afeitado de un camello, o a cuestionar que ese fuera su nuevo medio de transporte. Los nuevos tiempos requieren renovaciones o morir en el intento. Todo estaba pensado desde hacía siglos. Se acabó el llegar tarde a todos los sitios.
El problema fue que los renos no soportaron el primer verano en el lejano oriente. Demasiado calor para un bicho acostumbrado a vivir rodeado de frío y de hielo. Los nueve acabaron como comida para los perros de Gaspar. Es aficionado a las carreras de galgos de toda la vida.
Caramba,con Gaspar. La foto del camello, lo mejor. Yo tengo una foto de una jirafa así de frente, desternillante, ya la pondré en el facebook.
ResponderEliminarPobres renos vaya siniestro final. Muy buena foto.
ResponderEliminarEste texto es el preámbulo al de "Guerra igiene del mondo". Aquí ya tratas a Santa de nazi. Está muy bien leerlos uno detrás de otro.
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