Para Marco con mis mejores deseos.
Marco Antonio salió de casa temprano como cada mañana y se dirigió a su despacho. Se acercaba la Navidad y las temperaturas habían dado un bajón de vértigo. Encendió un cigarrillo para intentar que la pequeña brasa le comunicara un poco de calor. Andaba pensativo y feliz, a pesar de lo temprano de la hora, de las calles semidesiertas y de un cielo gris plomizo que teñía las calles, las plazas, los árboles y hasta las almas de los pocos transeúntes que pasaban arrebujados en sus abrigos y bufandas. Él seguía apurando el cigarrillo y se decía a sí mismo: lo tengo que dejar, este va a ser el último cigarrillo en mucho tiempo. Dio la última calada intensa y aplastó la colilla con fuerza enterrándola en la tierra del parque que atravesaba. Al momento, volvió sobre sus pasos, desenterró la colilla y la depositó en una papelera que tenía enfrente. Quería parques limpios, deseaba mantener un cuerpo sano, quería oler a jabón y a colonia suave. Ahora tenía una gran responsabilidad. Pronto habría un invitado muy especial en su casa y él, perfeccionista en todo, se sentía en la obligación de ser el mejor anfitrión del mundo.
Me sumo a los deseos de tu protagonista, yo también tendría que dejar muchas cosas!! Muy bien contado el ambiente del cielo y las almas.
ResponderEliminarLeo tu relato y me entra la risa floja: la risa del que está feliz, pero también del que tiene miedo de no estar a la altura, de que “algo” salga mal. Es un relato hermoso. Es un regalo hermoso. Cada día, desde hace unas semanas, bajo a mi despacho pensando en dejar de fumar...es cierto. La anfitriona ya lo ha hecho, por imperativo legal. Las palabras son un bien preciado que quiero mostrarle a mi invitado, como a su vez otro anfitrión me las mostró a mi. ¿Por qué cuando miro a la anfitriona a los ojos sólo puedo reír? Esta semana tendremos más noticias de nuestro invitado... y pronto os podré contar muchas cosas. Una vez me dijiste que escribiera, que así se haría realidad... Tu relato se va poco a poco haciendo realidad, digo mientras enciendo un cigarrillo. Gracias, gracias, gracias.
ResponderEliminarMuy bonito, Lu. Ahora no caigo o no sé yo ¿quién es el invitado? Creo que me he perdido algo.
ResponderEliminarNo te preocupes, Amparo, es un relato con misterio, se desvelará en la segunda entrega, hay que mantener despierto al lector.
ResponderEliminarY tú, Marco, vas a estar a la altura, solo sigue los pasos que marque tu corazón.
ResponderEliminarYa lo creo que vais a ser buenos anfitriones.Mucha suerte
ResponderEliminarOpino como Asun!!
ResponderEliminarMi intuición me dice que como el blog de cine, el invitado llevará pañales ¿he acertado?
ResponderEliminarBonito regalo, hada
Precioso Lucrecia, me emocioné al leerlo porque comparto esa sonrisa de mi hermano, gracias Lu por se como eres, así de especial.
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