Aquellos atardeceres rojos eran un embrujo para
sus sentidos, la hechizaban, la hacían sentirse parte de aquel impresionante
paisaje que la rodeaba y dejaba sin habla, como una mota de arena de aquel
infinito desierto. Ninguna de sus tareas como cooperante de Naciones Unidas,
experta en extremo Oriente, la hacían sentirse mejor que la contemplación de la
retirada del sol cada atardecer, cuando una difuminada luz de colores
indescriptibles iba dando paso a la limpia oscuridad de aquellos cielos
estrellados. Era su momento mágico de comunión con la naturaleza, en el que
percibía que a pesar de la inmediatez de la vida y de todos sus pesares, algo
muy grande la embargaba. Era entonces, y solo entonces, cuando pensaba
que no todo estaba perdido en el mundo actual y que entre los millones de
personas de buen corazón se podía contribuir a mejorar las condiciones de vida
de los países necesitados. Era una exigencia natural y la
fuerza de la naturaleza se lo merecía. Su confianza en la humanidad la susurraba a los cuatro vientos.
Aprovecho para desearos -desde esta confianza en que otro mundo mejor es posible- mis mejores deseos para el próximo año. Que sigamos viviendo con la ilusión de que cada uno podemos aportar nuestro pequeño granito de arena en la tarea común del bien de todos. Besos.
ResponderEliminarMil gracias.Recojo la parte de confianza que me toca y te la devuelvo en forma de "suerte,salud,amor y alegría".Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarHermoso tu relato y hermosos tus deseos. Qué tus palabras sean una realidad. Besos y abrazos.
ResponderEliminarLo mismo digo, pero que pronto empezamos con las felicitaciones,estaremos contagiados por las grandes superficies,....
ResponderEliminarGracias Malén. Un buen contrapunto a mi relato desolador. Espero que seamos muchos los que al final vean ese rayito de esperanza que nos haga salir de este letargo. Enhorabuena y felicidad para tí y los tuyos
ResponderEliminarLa fuerza de la belleza de la naturaleza nos hace ver lo pequeños que somos. Buen relato. Enhorabuena.
ResponderEliminar" Era una exigencia natural y la fuerza de la naturaleza se lo merecía. Su confianza en la humanidad la susurraba a los cuatro vientos"
ResponderEliminarYo también lo siento así.Gracias por tu relato.
Malén siempre positiva, me gusta.
ResponderEliminarReflexión muy hermosa, Malén, y muy bien narrada.
ResponderEliminar¡Bien hecho!