El gato había ocupado su sillón preferido, el orejero, y Geli
no tenía ganas de discutir con él, lo echó hacia un lado y compartieron acomodo
durante un rato. La charla casual con un amigo psiquiatra la había acabado contrariando.
Si se lo pasaba bien con Julieta ¿por qué tenía que hacerla desaparecer de su
vida? Ese metomentodo no tenía ni idea de nada. ¡Bastantes rutinas poseía ya la
vida, como para querer permanecer en ella sin fantasía!
Desde la cocina una llamada la sacó de sus divagaciones:
-¡Querida, ya está lista la cena, ven rápido, que hoy nos
toca sesión de escritura para los amigos de VE!
Julieta, que sabía hacer de todo, era su compañera perfecta,
la cuidaba y le ofrecía argumentos para sus relatos. Lo tenía claro, desoiría
los consejos de su entrometido amigo, pero no abandonaría jamás su constante fuente
de inspiración.
Bien por la Maga, aplausos.
ResponderEliminarEn con esta última entrega doy por cumplida mi contribución a los regalos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Malén. Nos ha gustado mucho, sobre todo ese espíritu conciliador que le supones a..."y Geli no tenía ganas de discutir".
ResponderEliminarMe ha emocionado que a pesar del poquito tiempo que llevamos entre vosotros, nos hayas dedicado este relato. ¡No nos lo esperábamos!
Un abrazo achuchaó, y un beso que te haga un rojo.
Julieta y Geli
Julieta no recuerdas ya que fuimos compañeras de aventuras en Istambul? Seguro que Geli sí se acuerda. El tiempo de la ficción es elástico. Otro rojo para ti.
ResponderEliminarSí, me acuerdo perfectamente. Julieta, sin embargo, siempre tiene la cabeza llena de palabras, olores, sonidos, imágenes...su ritmo es otro, bien diferente.
ResponderEliminarMalén estás que te sales... Un relato precioso.
ResponderEliminarSí Malén, muy bonito. A mi también me hubiera gustado hacer uno para cada un@ pero la última cogorza me ha dejado la cabeza sin ideas, os lo juro.
ResponderEliminarMuy bonito si señora, bravo por Malen.
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