Nochevieja 2011, de Lucrecia
Inolvidable, única, qué noche, la llevaré en mi memoria hasta el último día de mi vida. Mi prima Amalia nos invitó a una cena íntima en su chalet de La Canyada. Preparó una cena fría: caviar del auténtico -nada de sucedáneos-, jamón de bellota hasta hartarnos y un queso manchego con pedigrí que ligaba de maravilla con las uvas. Leocadia empezó, a la tercera copa de Moët Chandon Brut Imperial, con aquello de que “las uvas con queso saben a beso” y no conforme con el dicho la emprendió a besos con el novio de Amalia que había venido desde Italia para la ocasión. Guillermo, que es todo un caballero, no sabía cómo quitársela de encima y mi prima estaba que se subía por las paredes. Yo me sentía culpable por haberla invitado y tuve que recurrir a mi astucia para deshacer el entuerto. La cogí de la mano y le pedí que me acompañara al baño a retocarnos el maquillaje, le susurré al oído que con tanto beso se le había quedado la cara hecha unos zorros. Consintió de mala gana. Subimos la escalera a trompicones porque Leocadia lleva muy mal lo de la bebida y el Moët, que no había visto en su vida, le entraba sin pausa. La dejé en el dormitorio de invitados, aprovechando su visita al baño, cerré la puerta con llave. De vuelta a la fiesta, les dije que Leocadia se había quedado arriba porque no se encontraba muy bien. Subí el volumen de la música y estuvimos bailando hasta el amanecer. Lo malo es que lleva una semana sin hablarme, no me coge el teléfono ni me abre la puerta de su casa y estoy muy triste porque no concibo la vida sin Leocadia.
Desconocía lo de las etiquetas, habrás tenido un poquito de trabajo, pero lo de Leocadia, no sé cómo pudiste, con lo que estaba disfrutando. Menos mal que vuelve el humor con tu relato, que siga!!
ResponderEliminarQue siga, que siga, que falta nos hace. Que noche tan glamourosa Lucrecia, que guapa ibas. Me ha gustado tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarGenial, prima. Pero noto algo que me resulta familiar en el relato. Algún personaje ha venido desde muy lejos para colarse dentro del relato.¡Guay!
ResponderEliminarPobre Leocadia, aunque no se anda por las ramas, por lo que se lee,...... Por cierto, Lucrecia, ¿esta Noche Vieja, te llevarás a Leo de fiesta? Que disfruteis en cualquier caso. Besos.
ResponderEliminarjajajaja,..pero qué divertida es Leocadia. ¡Me lo he pasado pipa leyéndote, hada!.
ResponderEliminarMuy bueno Lu. La verdad es que es una Noche Vieja digna de Leocadia. Grandes soluciones para situaciones incómodas, jajajaa. Enhorabuena.
ResponderEliminarSoy un vecino de La Cañada y no voy a consentir el secuestro o encerramiento de Leocadia en la noche vieja y para evitar que ocurra lo que parece inevitable, voy a intentar localizarla para ofrecerme como acompañante y con un poco de suerte, seré su pareja de baile y el receptor de sus besos. Don Justo
ResponderEliminarJajajaj, esto se pone bien, vamos a invitar a Don Justo a la fiesta.
ResponderEliminarPero que cruel, pobre Leocadia, mira que encerrarlaaaaaaaaaaaaa, jajajjajajaj. Muy bueno, Lu
ResponderEliminarEl italiano se quedó sin besos, no me etraña que Leocadia no te hable.
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