Caminamos
hacia la estación cogidos de la mano. El
llevaba mi maleta, yo llevaba mi bolso cargado de regalos. Consulté mi billete
y nos acercamos al vagón señalado en él. Subió conmigo para ayudarme con el
equipaje pero un empleado le obligó a bajar al andén. Nos miramos a los ojos
como si fuera la última vez.
Acomodada en mi asiento le busqué entre el gentío. No sin
dificultades llegó hasta la ventanilla donde yo le tendía mis brazos. Aún
tuvimos tiempo de permanecer unos minutos diciéndonos boberías e inventando
nuestro próximo encuentro.
Lentamente el tren emprendió la marcha. Parecía sentirse
cómplice de nuestra despedida. Nuestras manos, sin quererlo, se separaron y
nuestros dedos se movieron nerviosos al sentirse zarandeados por el viento.
El sol se ponía en la estación. Fue entonces cuando vi el
brillo lacerante de un objeto puntiagudo apoyado en su espalda. Mi garganta
emitió un grito sofocado que se confundió con el traqueteo del tren…
Todos los días le enseño a nuestro hijo la única fotografía
que llegamos a hacernos juntos durante aquellas vacaciones en Roma, donde nos
conocimos.
Como habréis visto lo he puesto todo: las dos fotografías de la semana y la frase de "zarandeados por el viento" de hace ya...ni se sabe y cuyo relato no llegué a escribir. ¡Besos!
ResponderEliminarTodo, todo, lo has puesto todo y aquellas vacaciones en Roma que te volvieron loca porque no es la primera vez que escribes sobre ellas, aunque sea ficción. Me ha gustado, Amparo.
ResponderEliminar¡¡Menos mal que no llegué preñá!!
EliminarJajajaja, Podrías haberte traído una romana.
ResponderEliminar¡Ainssss, no conocía varón, en aquellos años! Y andaba tanto para verlo todo que por la noche caía "reventá", no tenía el cuerpo para "farolillos"
EliminarMe gusta mucho... como tú dices, está lleno de guiños que configuran muy bien la historia. Un abrazo
ResponderEliminarQué labor de síntesis, Amparo, tres relatos en uno, ¡¡muy bien!!
ResponderEliminarTriste y bonita historia Amparo!!!. Me encanta precisamente la frase "nuestros dedos se movieron nerviosos al sentirse zarandeados por el viento". Muy buena idea la de ensamblar los tres relatos en uno
ResponderEliminar¡¡Gracias, guapetonas!!
ResponderEliminarAunque desconozco las historias cuyo sintesis representa, el relato en sí mismo me gusta.
ResponderEliminarLo que tenemos que intentar es que los relatos, de por sí, gusten y resulten creíbles aunque no tengamos delante las fotos que sirvieron como inspiración. En este caso uní las fotos de esta semana con una frase anterior a que tú vinieras que es la de "zarandeados por el viento". Un saludo Svieta.
Eliminar¡Menuda historia, Amparo! Triste, triste. Está muy bien contada. Has utilizado muchos verbos con gran acierto.
ResponderEliminarEl ritmo también es muy bueno. ¡Bien hecho!
Gracias, Svieta. Gracias Geli.
ResponderEliminarHola, Amparo. ¿De verdad que esto es autobiográfico? Ya me lo contarás...
ResponderEliminarHe visto algo que no me cuadra. Con tanta emoción esta frase tiene algo sin fuerza: "Nuestras manos, sin quererlo se vieron libres" ¿No sería mejor? "Nuestras manos, sin quererlo, se separaron" (ojo con la segunda coma) Creo que "se separaron" es mejor que "se vieron libres" cuando es evidente que los protagonistas no quieren despegarse el uno del otro.
Bueno, es algo sin importancia, ya lo sabes, porque el relato esta escrito impecablemente. Un abrazo.
No es autobiográfico, Eu. Lo que pasa es que, en otra ocasión, ya escribí un relato ubicado en Roma y Lucrecia me hace la broma.
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