Había
escrito una historia tétrica aquella tarde. Se desarrollaba en un oscuro
callejón con altos arbustos a los lados pertenecientes a las casas vecinas.
Mientras lo recorría con gran inquietud, una sombra surgía de entre las ramas y
allí encontraba yo la muerte a cuchilladas, sin piedad y exenta de toda lógica.
Cuando lo terminé, quedé profundamente insatisfecho y abandoné el relato en un
archivo de mi ordenador. Más tarde, cuando la noche cayó como un pesado fardo,
un impulso irrefrenable me llevó a deambular por las calles de mi ciudad sin
rumbo determinado. De pronto llegué a un lugar que respondía exactamente al que
yo había descrito en mi cuento. Preso del pánico, desanduve el camino a toda
prisa y no paré hasta dar con mis huesos en un iluminado bar donde unos cuantos
tragos y una banda de jazz, me devolvieron la calma.
Lu, creí que sí que iba a cometer un asesinato, ainsssssssssssss, me has dejado con las ganas, jajajajja
ResponderEliminarEso parecía, pero hemos dado con un astuto escritorcillo que ha salido por piernas, jajajaj.
ResponderEliminarEl miedo nos hace ser sensatos y nos protege de muchos peligros... aunque no todos están en callejones oscuros... Un beso
EliminarMuy buen relato sin voyeur!! Mándalo al Mandarín, posee un aire de relato negro!!
ResponderEliminarMuy bueno Lú, yo lo mandaría también al concurso que dice Mag.
ResponderEliminarGracias, ya lo he mandado.
EliminarLu un final inesperado, gracias al miedo se libro de las garras del mal.
ResponderEliminarMuy bueno, Lucrecia. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias a tod@s. Abrazos.
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