Era una
de esas mujeres capaces de volver loco a cualquiera. En mi dilatada
experiencia, no había encontrado a ninguna como ella. Al hacerla mía, experimentaba tal explosión que sentía yo semejante a aquella por la que el
Universo empezó a ser. Le pedí repetidamente que me dejara pintarla, ella siempre se negaba. No tuve más remedio que hacerlo. La inspiración de un artista está
en estrecha conexión con lo divino. Esperé pacientemente la llegada del
invierno. Las bajas temperaturas me permitieron pintar frenéticamente su cuerpo
de sol a sol, y en las noches volver a entrar en aquella gruta cada vez más
fría pero que me seguía proporcionando extremadas sensaciones. Con la última
pincelada, enterré su cuerpo hediondo al pie de un árbol de mi jardín donde
cada tarde sigo recordándola.
El relato en conjunto me ha gustado mucho, Lu y el final es rotundo, como el cuadro al que hace referencia. Me suena un poco rara (no sé si será la hora) la frase: "Al hacerla mía experimentaba..." Yo pondría: Al hacerla mía, experimentaba una explosión semejante a la del Univerdo cuando empezó a ser. Creo. Besitos.
ResponderEliminarQuería decir Universo. Es que son unas horas...que no debería yo corregir a nadie.
EliminarAmparo, te he dicho que no bebas cuando corrijas, jajajaa. Gracias, pongo la coma.
EliminarNo me refería a esa coma, pero si lo ves bien asi...
EliminarMe gusta, me calma... Un beso
ResponderEliminarMer, lo de la calma tienes que explicármelo, yo creo que es un relato espeluznante, pero a lo mejor no he sabido transmitirlo. Besos.
EliminarQué necrófago este relato, jeje. Me ha gustado el final. Y no creo que este texto calme, al contrario, lo lees aguantando la respiración. Es guay!
ResponderEliminarMuy bueno, te he dejado un comentario en el mandarín!!
ResponderEliminarUna forma muy sutil de narrar un asesinato. Me gusta....
ResponderEliminarUn buen relato, Lucrecia. Enhorabuena. Espero que ganes el concurso.
ResponderEliminarGracias a tod@s por vuestros comentarios. Besos.
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