Me encontraba de visita en
París. Concretamente en Montmartre. El día era de un color gris plomizo y la
lluvia caía copiosamente. Terminaba de salir de la Iglesia del Sagrado Corazón
y me disponía a cruzar la calle en busca de la entrada de metro más próxima. La
visita a la iglesia me había resultado relajante. Gracias al mal
tiempo se encontraba vacía, algo bastante inverosímil teniendo en cuenta su
encanto turístico. El imponente sonido del órgano acompañaba a un pequeño grupo de gente que celebraba un funeral.
Yo estaba sentado en un banco de madera, no demasiado cerca pero sí lo
suficiente como para intuir que el fallecido se trataba de un músico que
frecuentaba los cafés nocturnos del mismo barrio. Su chelo permanecía de pie,
al lado del féretro del que fuera su intérprete como si de su mejor amigo se
tratara. No se escuchaban ni llantos ni lamentos. Los asistentes permanecían
rectos en sus asientos y escuchaban las palabras del sacerdote elogiando al
músico.
Salí antes de que terminara el
sermón. El resto del acto ya pertenecía a sus más íntimos. Al cruzar la calle,
como les contaba anteriormente, vi la silueta de un hombre alto, con gabardina
gris que, con su paraguas, protegía a su violonchelo. Mi reacción fue girar mi cabeza hacia la
iglesia y de nuevo volverla hacia el extraño. Sin pensar, crucé la calle. Quería
un encuentro con él pero, cuando lo hice, su imagen se desvaneció entre la
lluvia.
Pregunté al pintor que recogía
sus bártulos quién era ese hombre de raro comportamiento. Me miró sorprendido y
me contestó que tan solo estábamos él y yo en esa mañana desapacible de otoño,
bajo el aguacero.
Hola, Amparo. Hacía tiempo que no nos visitaban los fantasmas. Enhorabuena. Muy amena su lectura. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy enigmática la historia, hay suspense...¡Muy bien!
ResponderEliminarGracias, compis.
ResponderEliminarUna variación en esta semana negra: bienvenido el fantasma del Sagrado Corazón. Muy bueno, Amparo.
ResponderEliminarGracias Lu, sé que estás muy liada.
EliminarMe encanta, Amparo. Ese toque fantasmal, la despedida del muerto...guay!!!
ResponderEliminarJejejej, sabía que te gustaría....
EliminarUn relato bien narrado, con su punto de intriga. Enhorabuena Amparo
ResponderEliminarGracias, Fina.
EliminarMe gustan mucho los fantasmas y más todavía cuando desprenden ese punto canalla de los artistas... Me gusta mucho.
ResponderEliminarSe lee con facilidad y tiene ese punto de intriga que te hace desear llegar hasta el final de la historia.
ResponderEliminar¡Buen trabajo, Amparo!
Gracias, amigas!!
ResponderEliminarUna historia de fantasmas del Sacre Coeur muy bien contada. Amparo, no me abuses de los adverbios acabados en -mente.
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