jueves, 17 de mayo de 2012
Un pedido especial.
- Las Singer del señor Merrit eran grandes máquinas, no entiendo por qué las han cambiado por las Alfa.
- Ya sabes, Manuel, órdenes de arriba, por lo visto los norteamericanos no son afines al Régimen y nos han impuesto un bloqueo. Las máquinas Alfa se fabrican en Eibar y la misma empresa también nos proporcionó armas en la Guerra Civil, supongo que el acuerdo al que habrá llegado el Ministerio de Industria con ellos, será bastante bueno.
- Me gustaban las Singer, las chicas cantaban mientras cosían con ellas, era algo implícito a su nombre, además, ¿no fue Alfa la empresa que constituyó la primera cooperativa en España? Son una panda de rojos.
- Si los de Industria lo han admitido, será por algo. Alfa es la primera letra del alfabeto griego, España es Alfa y Omega, principio y fin. Seguro que son unas máquinas perfectas.
Por cierto, hoy nos ha llegado un pedido muy especial, ni más ni menos que de Don Francisco.
- ¿Qué Francisco?
- ¿Quién coño va a ser, Manuel?, el “Generalísimo”.
- ¡Pardiez! Haberlo dicho antes, ¿qué demonios quiere?
- Unos pantalones.
- ¿Qué?
- Quiere que le confeccionemos unos pantalones con las nuevas máquinas.
- ¡Madre del amor hermoso¡ y ¿qué, quién, cómo, cuándo, por qué nosotros?
- Tranquilo, Manuel, sosiégate, su sastre personal nos ha enviado las medidas y contamos con la persona adecuada para hacerlo.
- ¿Carmencita?
- ¿Quién sino? No da puntada sin hilo, lo que ella cose y remalla, no hay manera de deshacerlo. Hazla venir.
- Carmen, hoy nos ha llegado un encargo del General Franco. Hay que confeccionar unos pantalones para su ilustrísima con las nuevas máquinas. Aquí tienes sus medidas. ¿Te ves capaz?
- Capaz y capataz, a ver déjeme verlas. Vaya, parecen las medidas de un niño de diez años.
- ¡Carmencita!
- Es verdad, no debe llegar al metro y medio, no entiendo cómo cabe tanta mala uva en semejante cuerpo. Pero, aquí falta algo, aquí se han olvidado de poner un detalle muy importante para unos pantalones de corte masculino.
- ¿De qué se trata?
- No pone a qué lado carga el Generalísimo.
- ¿Cómo?
- Ya sabe, hacia qué lado se emplazan sus atributos masculinos, izquierda o derecha.
- Si no lo han puesto, no será importante.
- Es lo más importante de un pantalón masculino, si se confunde el lado de la carga, las consecuencias pueden ser nefastas.
- No vamos a molestar al generalísimo por esta tontería.
- No es ninguna tontería.
- Manuel, ¿qué opinas?
- Opino que el Caudillo debe cargar a la derecha, como Dios manda.
- Pues, que así sea.
Carmen cosió los pantalones a conciencia. Sonreía mientras disponía la carga a la izquierda, por aportar su granito de arena, por vengar a sus muertos republicanos.
El General quedó encantado. No se quitaba los pantalones. Los llevaba puestos el día que conmutó las sentencias de muerte.
El Parkinson, la demencia senil y varios ataques cardiacos, acabaron con el dictador y lo mejor, es que seguía pensando en un complot judeomasónico.
Carmencita, fue una de las 500 mil personas que guardó cola en el Palacio de Oriente para cerciorarse de que Franco había muerto.
Los pantalones formaron parte de su mortaja.
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En este momento estoy aplaudiendo que lo sepas!!!! Aplaudo tu ingenio y la osadia de tu relato y también el que seas capaz de mezclar la crítica al caudillo dentro de la historía y hacerlo de una forma tan súblime que se convierte en creible. Un diez amigo!!!!
ResponderEliminarMe alegro de haber causado en ti esta reacción.
EliminarEs genialllllllll, jajajajajaj. Ojala hubiera sido cierto, por lo menos alguien pudo vengar a sus muertos sin sufrir por ello, jajajajja
ResponderEliminarSabía que te iba a gustar brujita.
EliminarMe ha gustado mucho! Esta Carmencita es todo un peligro de mujer!!
ResponderEliminarNo la conoces bien.
EliminarEs divertido, ingenioso y muy entretenido. Que Carmencita, se llame precisamente así, riza el rizo, jajajaja. ¡Muy ameno! Quitaría y pondría alguna que otra coma, y como observación mínima, fíjate Fernando en que Carmencita empieza a hablarles de ud. a sus jefes, y luego se dirige a ellos de tú: "- Ya sabes, hacia qué lado se disponen".
ResponderEliminar¡Muy divertido!
Corregido Geli, gracias mil.
EliminarMaestro, me descubro ante tí, y eso que no llevo sombrero...pero ahora mismo corro a ponerme uno, o me hago uno de papel. Genial tu toque histórico, aportación de datos y la historia que lo rodea.
ResponderEliminarGracias amigo, me has puesto colorao. El nombre del ayudante del jefe, lo puse por ti.
EliminarMuy divertidas las aventuras de los pantalones del generalísimo!!
ResponderEliminar¿Te imaginas que hubiera sido verdad?
EliminarMe encantan tus relatos y las conversaciones que tan bien empleas y que les dan ese toque tan dinámico. Genial el personaje de Carmencita. Enhorabuena, Fernando.
ResponderEliminarPues ya está todo dicho. Bravo por Carmencita, por la mortaja y por tu divertido relato.
ResponderEliminarUn pero: los vocativos van entre comas:
- Ya sabes, Manuel,...
Gracias Lu, no me he acordado de aquella lección.
EliminarHonor que me haces, Fernando. Muchas gracias por el detalle.
ResponderEliminarMuy divertido Fernando, siempre me han encantado tus diálogos. Felicidades y gracias por hacernos pasar un buen rato.
ResponderEliminarMuy gracioso el relato, Fernando. En estos tiempos que corren casi se hacía necesaria una parodia como esta del singular personajillo... Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Fernando por tus letras, por unos minuntos he logrado desconectar de las preocupaciones y has conseguido sacarme una larga sonrisa. un abrazo. eres único.
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