A pesar de ser el
mediodía, la luz era tan escasa y el silencio que todo lo cubría tan opaco, que
las montañas y la nieve parecían inventadas.
Llegó exhausta al ibón.
Ni siquiera la vista de aquellas aguas frías en calma alivió su inquietud. Su
cuerpo inmenso se balanceaba con dificultad. Se detuvo a la orilla del lago y
giró la cabeza hacia ambos lados, como si valorase qué era mejor: si cruzar
a nado o bordearlo. Un dolor repentino y agudo en el bajo vientre la obligó a
interrumpir su marcha y su instinto, a continuar en cuanto se
mitigó. Eligió el camino más largo pero también el más seguro. Las huellas que
dejaba en la nieve, profundas y bien marcadas, eran su única compañía. Otra
punzada que provenía de lo más recóndito de su ser se repitió con más fuerza,
la atenazó y la forzó a detenerse de nuevo. Resolló entonces intranquila, sin
perder de vista su objetivo al otro lado de aquel círculo sin fin y cuando el
sufrimiento remitió, continuó con cautela.
Se movía con la misma
mansedumbre con la que los copos de nieve quedan suspendidos antes de caer,
pero con férrea determinación. Las paradas eran cada vez más frecuentes y su
agitación crecía.
Llevaba recorrido buena
parte del camino cuando oyó, por vez primera, los gritos y los aullidos. Se
apresuró. Sabía que si alcanzaba su destino estaría a salvo, pero si moría, la
vida que peleaba por emerger de sus entrañas, moriría con ella y sellaría el
final de su estirpe. Los sentía muy cerca. Por fin, atisbó la gruta. Sin apenas
aliento, subió los últimos metros por rocas escarpadas. Nada más cruzar el
umbral de la cueva, se colocó bajo el teletransportador, y se desplomó encogida
de dolor. Lo había logrado.
Ha pasado mucho tiempo
desde entonces, pero su lucha por perpetuar la estirpe de la tribu de los osos
viene a su memoria, cada vez que aparece un ibón en la gran pantalla.
Precioso Geli, pensaba que eras una loba, pero no, me he equivocado. HAy algo que me ha costado entender, creo que son las comas de "su instinto". Quitaría la primera. La segunda tiene la función clara de omitir el verbo, pero ya le daré otra ojeada más tarde, que me tengo que ir. Hasta pronto!!
ResponderEliminarCon el copia y pego desde diferentes borradores, la puse de más. Gracias Malén por detectarla.
EliminarMientras que lo escribía pensaba en una osa, pero luego decidí que sería una criatura "fantástica", la que el lector quisiera imaginarse. Un abrazo.
EliminarEstoy de acuerdo con Malén, precioso y tampoco entiendo esas comas.
ResponderEliminarMuy bueno, Geli, me ha encantado. Me gusta el dinamismo con que escribes, amiga.
ResponderEliminarSí, muy bueno Geli.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha sorprendido esa mezcla del pasado con el futuro. Lo que no entiendo es si la tribu del oso es humana o qué es...
ResponderEliminarEso es precisamente lo que quería conseguir, que la criatura fuera lo que el lector imaginara.
EliminarLo que no entiendo es por qué tu heroína exploraba por el ibón en su avanzado estado de gestación. Por lo demás, perfecto.
ResponderEliminarNo exploraba. Tenía un objetivo claro desde el principio, a pesar de su estado avanzado de "¿buena esperanza?": llegar a la gruta. ¿No se ve claro?
EliminarSi, está claro, pero sus "capitanes", sabiendo su avanzado estado de buena esperanza, podían haber puesto el tranportador en un lugar más accesible.
EliminarJajajaja,...creo que después de aquella experiencia, así debieron hacerlo o quizás, estaba en un lugar tan inaccesible para que no lo usara cualquiera que "pasaba por ahí" como dice la canción.
EliminarMuy bien Geli. Yo desde el principio pense en una hermosa osa blanca. Me encanto la forma de redactarlo
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