lunes, 7 de mayo de 2012
El eterno secundario.
El tiempo que me ha tocado vivir es el peor de todos. Soy actor por vocación o por desgracia y los actores de mi generación son todos unos genios. Su genialidad o mi cuna humilde o mi falta de contactos, me han relegado a papeles secundarios. En el instituto era el rey de la comedia, el dueño del drama, me codeé con Shakespeare, me tuteé con Casona, salí de copas con Lorca. Luego llegaron la facultad y los estudios de arte dramático, que me abrieron puertas que hubieran permanecido cerradas de no haber elegido esta carrera. Me licencié con una buena media y empecé a cursar estudios en la Escuela de cine de Madrid, para darle una oportunidad a mi talento estancado. Conseguí frases en producciones televisivas independientes, me abrí camino a golpe de cara bonita y calzoncillos limpios, la gran oportunidad no tardó en llegar. Una película de Iciar Bollain me brindó el primer papel secundario y mi primera aparición en la gran pantalla. Qué explosión de orgullo se alcanza al ver tu nombre en los créditos junto al de actores de renombre. Desde este momento todo fue bien, una película con Fernando León, dos con Javier Fesser, otra con Amenabar, pero el papel de protagonista nunca llegaba. No recuerdo el número de castings a los que me he presentado, contra cientos de críos con acné musculado, que salían del despacho del productor con una sonrisa radiante y un papel protagonista. Mario Casas me ha quitado tres papeles entre series y películas, Bardén ha destrozado mi vida. Si hubiera nacido en la época de Jorge Sanz o Gabino Diego, otro gallo me hubiera cantado, porque soy mejor actor que ellos y más guapo y con muchos menos escrúpulos. Pero no, me ha tocado vivir en la época de Bardén, Tosar, Casas, Paco León, Juanjo Ballesta, Santiago Segura, Javier Cámara, Coronado y contra ellos no tengo nada que hacer. Pensé en hacer un Tootsie, pero las actrices actuales también son increíblemente buenas.
Hoy repaso mi vida mientras espero sentado en las escaleras del Kursaal a que se apaguen las luces. Entraré cuando todos los actores de mi generación estén sentados junto a sus enormes egos en sus cómodas butacas. Llevo adheridos a mi cuerpo diez kilos de tretanitrometano y cloralita, con un detonador casero de metacrilato, invisible para un arco detector. Internet es una herramienta muy útil si eres de los que tienen ideas para dañar a las personas. Me sentaré en mi butaca y cuando Woody Allen recoja su enésima Concha de Oro, con la mayor paz que me permita el espíritu, liberaré al mundo de esta carga. Lo que no es para mí, no será para nadie.
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Me gusta la narración autobiográfica del protagonista. Es bien cierto que hay actores secundarios con más mérito y talento que muchos de primera fila. Y esa forma de autotorturarse...al final Woody Allen paga el pato.
ResponderEliminarMe ha gustado, Fernando.
Otro relato de cine muy bien narrado. Como dice Manu, el uso de la 1ª persona, le da mucha fuerza. El ritmo no decae y se lee con ganas de saber qué pasará. Tu final es un final final. Jajajaja...
ResponderEliminarObservaciones de mis ojos (que los tuyos no vieron. Léase esto con un guiño de los idem):
un arco detector, internet es (aquí pondría un punto en vez de la coma. De hecho, esta frase me chirría. La veo desconectada del resto del relato. Creo que su único fin es justificar ante el lector que el prota nos cuente sus planes. ¿Es así? Solo estoy reflexionando en voz alta.)
Lo que no es para mi, no será para nadie. (te falta una tilde).
Gracias por tus ojos Geli.
EliminarA mí también me ha gustado el final que has escrito. No me gusta nada Woody Allen. Sin embargo, creo que con Tosar podríamos hacer una excepción... :)
ResponderEliminarFer, yo intento ser una bruja buena y tú vas y te vuelves un ser malvado y cruel,jajajaja. El final es genial. Pero opino como Carmen, ¿podrías perdonarle la vida al Tosar? Es que me encanta como actor, jeje
ResponderEliminarMuy bien, por petición de mis lectores, Luis Tosar fue al baño en el momento de la detonación y se salvó por los pelos de una muerte segura. Perdió agudeza auditiva y salió polvoriento, pero sobrevivió. Javier Cámara llego tarde y también se salvó.
ResponderEliminarWoody no fue a recoger la Concha, mandó a la china y esta si que murió. Habrá película seguro.
EliminarJo, Fernando, tampoco era para tanto, ser un secundario no tiene que convertirte en un terrorista. Y a mi Woody que no se me acerque. El relato está bien narrado pero la historia me parece desproporcionada, aunque de todo hay, supongo.
ResponderEliminarLa culpa es de esta maldita lluvia Lu, tres semanas sin ver el sol es demasiado para mi estabilidad mental. Ya sabes que yo también adoro a Woody, solo le mataría en la ficción.
EliminarPues a mí me ha gustado mucho, Fernando. También el final. De acuerdo con la ausencia de Woody, a mí me encanta.
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