La casa habitada
A estas alturas del camino, yo, ya no
soy la misma, mi capacidad de sufrimiento ha medrado sin control y mi ávido
aliento de vivir, ha menguado sin esfuerzo…
Me siento huérfana de deseos, desvalijada
por las emociones, ellas, viajan en libertad por esta casa que habito desde
hace tiempo, y que poco a poco se desdibuja ante el espejo de los recuerdos…
¡No soy nadie sin mis recuerdos!. Lo
digo, lo pienso, lo siento… pero, algunos pesan tanto, otros amargan como las
almendras amargas… y me mareo y dejo crecer mi pelo hasta el infinito,
simplemente, para poderlo cortar cuando la ausencia de ilusión me produce la
náusea, la necesidad de mutilar…
Mercedes, los recuerdos yo los guardo en un arcón bajo llave, y solo los saco cuando realmente sé que no van a martirizarme. Intento vivir, que ya es difícil. Me encanta la melancolía de tus letras. Hazte un facebook, por Dios!!!
ResponderEliminarMuy bien Mercedes. Nos has trasmitido tu náusea. Ahora, llena tu corazón de pensamientos positivos y vive la vida con alborozo (me encanta esta palabra), pues es muy corta.
ResponderEliminarUn buen desahogo, sí señor, aunque parece que no has querido continuar. Me gustaría que el amigo Marrone opinara sobre el relato, pero su ausencia no nos lo permite. Enhorabuena, Mercedes.
ResponderEliminarUau, qué buen micro, Mercedes!
ResponderEliminarMuy bueno, Mercedes. Ante esta desnudez emocional me parece una pequeñez decirte que yo no repetiría ("otros amargan como las almendras amargas…") tan seguidos.
ResponderEliminarEl final me parece tremendo. Bienvenida a VE, quédate, por favor.
Comparto la opinión de mis compañeros respecto a tu micro, y como dice Lucrecia, me da reparo ponerte peros. Sin embargo, si me lo permites, cambiaría las formas verbales: ha medrado y ha menguado por medra y mengua. De esa forma, mantendrías el mismo tiempo verbal en todo el micro.Por supuesto, es solo una opinión, una sugerencia.
ResponderEliminarGenial Mercedes, genial, geniaaaaal.
ResponderEliminarMe ha encantado.