Mí querida Lenny:
Estos tiempos, inevitablemente, se han vuelto fríos para nosotros; Lo peor de todo es que has desaparecido de mi vida sin un motivo, al menos eso creo yo, sin una explicación. Ahora tan solo me reúno con tu silencio, tu vacío y tu recuerdo; sigo siendo fiel a nuestra unión, a ese compromiso amoroso que un día sellamos deseando que fuese para siempre.
Ya no me reflejo en tus ojos, ni me regocijo con tu sonrisa, añoro tu aliento sobre el mío bajo aquel portal sagrado en el que nos reuníamos para dar rienda suelta a nuestros sentimientos. Hace tiempo que no tengo nada de ti...
Las calles de esta ciudad, antes tan bulliciosas y alegres, se han tornado tristes para mí. Sin tu presencia no entiendo la felicidad. Añoro sentirte cerca, volver a pasear bajo el Sol como antaño hacíamos al amparo de nuestras sonrisas; disfrutar escuchando tu voz mientras degustamos una taza de ese chocolate que tanto te gusta, humeante y espeso, en aquel local, confundidos entre los murmullos de la multitud.
Las calles de esta ciudad, antes tan bulliciosas y alegres, se han tornado tristes para mí. Sin tu presencia no entiendo la felicidad. Añoro sentirte cerca, volver a pasear bajo el Sol como antaño hacíamos al amparo de nuestras sonrisas; disfrutar escuchando tu voz mientras degustamos una taza de ese chocolate que tanto te gusta, humeante y espeso, en aquel local, confundidos entre los murmullos de la multitud.
Apenas me paro a mirar los escaparates de las tiendas como hacíamos antaño, pues temo ver en ellos tu fugaz reflejo; sufro al recordarte contemplando los trajes de última moda y elogiar la elegancia de sus diseños y colores; sufro al recordar cuántas veces te dije lo hermosa que estarías vistiendo uno de ellos. Ciertamente muchos de esos negocios han sido saqueados o destrozados por los acólitos de este nuevo partido que favorece la violencia.
Sabes que desde hace tiempo hay una situación extraña y desagradable en la ciudad, diría aún más: peligrosa. Los que no pertenecemos a “ellos” o portamos en nuestra sangre la pureza que exigen, hemos perdido todos los derechos de ciudadanía, se nos arrincona y acosa sin piedad. Es doloroso ser discriminado de esta forma. Me siento apartado de ella, de su vida pública, no soy nada aquí, e incluso se me obliga a coserme una estrella en la solapa con la palabra “JUDE” bien visible, a modo de estigma.
A partir de ahí, de ese punto de inflexión, es cuando se ha producido tu distanciamiento. Has desaparecido de mi vida sin una explicación o motivo razonable y me gustaría saber el porqué de esa decisión. A la incertidumbre que me produce la suerte que pueda correr aquí en la ciudad se une el enorme vacío que siente mi interior debido a tu ausencia, sabiendo como sabes cuánto te necesito y amo, mi querida Lenny.
Puedo comprender que no sea adecuado que te vean conmigo, así lo han decidido sus normas; puedo comprender que tengas miedo, pero no dejo de pensar en ti. Mis tardes no son nada cada vez que salgo de la casa de seguros donde trabajo como autómata y no veo tu sonrisa bajo aquel sombrero.
Mucho me diste Lenny y ahora, sin saber la causa, todo me lo has quitado. No quiero pensar que al final te identifiques con “ellos”, o que hayan impregnado tu mente con sus ideas, nunca debiste asistir a sus reuniones, no sé qué influencia han podido tener en tí.
Pienso que es comprensible que el miedo o la vergüenza separen los destinos de los amantes, porque creo en mi interior que lo que tú sientes es miedo, también yo tengo miedo a perderte y siento vergüenza de no ser el hombre que debo ser para evitar que este amor se disipe. Amar es sufrir, mi querida Lenny, y yo sufro lo indecible por ti.
Me angustio cada vez que pienso que podría no volver a ver tu querida silueta y que esta se convierta en una simple sombra que se disuelva en la niebla de mis pensamientos. Quizás ya no soy nada para ti…o quizás hayas decidido que no lo sea.
Temo la incertidumbre que esta situación produce en nuestros destinos, en nuestros corazones. Temo el destino que se cierne sobre nosotros.
No quiero perderte Lenny y para sentirte próxima, a pesar de tu ausencia, he decidido continuar escribiéndote cartas pues así te siento cerca, contándote mis cosas, recordando el pasado y lo presente, sin saber si escribo para ti o me enfrento a tu silencio, sin saber siquiera, si estas palabras te alcanzarán o, lo que es peor, acabarán en una papelera.
Tuyo para siempre, Salomón Bauer.
Lo escribí hace mucho tiempo, lo he repasado y lo comparto con vosotros.
ResponderEliminarBuen relato epistolar, Manuel, con la tragedia nazi de fondo.
ResponderEliminarGracias, Lu. Lo cierto es que hay muchas épocas de la historia que se prestan a ser recreadas para tranmitir emociones humanas.
EliminarPor momentos he creído estar leyendo el Pianista. Me gusta el lenguaje poético que utilizas para expresar la tortura del enamorado abandonado.
ResponderEliminarMe encantó la película del pianista, no he leído al libro, pero ahora que lo mencionas, intentaré darle un vistazo.
EliminarRecuerdo este relato tuyo perfectamente, Manu. ¡Qué bueno que lo trajeras para acá!
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Geli. Sí, lo escribí hace tiempo, lo he retocado un poco; ciertamente uno nunca termina de retocar lo que escribe.
EliminarUn abrazo.
Precioso relato, Manu, aunque con trasfondo trágico. me ha gustado tu forma de escribirlo, como en una carta y has dicho tanto...
ResponderEliminarMe gustó mucho tú relato Manu
ResponderEliminarMuchas gracias, amigas.
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