A mi hijo Eduard que, con lágrimas en los ojos, se despidió
anoche del Ratón Pérez...
- El día en que mamá me dijo quienes eran los Reyes Magos,
yo ya lo sabía, lo mismo que sabía que el tronco de madera que había en casa de
mi abuela no podía cagar regalos. Fue una mañana de reyes de hace un par de
años. No sé bien por qué razón, de pronto, lo supe, y mientras mi hermano
mediano jugaba con sus herramientas nuevas y el pequeño daba vueltas a una caja
de cartón, me acerqué a ella y se lo pregunté. Me dijo que sí, que los regalos
los compraban ella y papá y los escondían hasta esa mañana. Se alegró de que yo lo aceptase tan bien y me
abrazó muy fuerte mientras me decía lo orgullosa que estaba de ver lo mayor que
me estoy haciendo.
Entonces me pidió que guardase el secreto por mis hermanos,
para que ellos esperasen con ilusión ese día.
Cuando llega la mañana de reyes y oigo que se levanta, voy
detrás de ella y la ayudo a colocar los paquetes de mis hermanos debajo del
árbol. Siempre me engaña diciéndome que no ha encontrado lo que yo quería pero
que seguro que los regalos me gustarán y cuando los abro, siempre, siempre...
ahí está todo lo que yo escribí en mi carta.
Ayer fui al dentista y me sacó una muela que tenía caries.
Cuando le pregunté a mamá si la ponía debajo de la almohada, no me gustó lo que
vi en sus ojos y me dio como frío...no sé... una sensación rara. Mamá se secó
las manos con un trapo viejo y me acarició la cara sin decir nada. Y entonces
yo, me puse a llorar y ella también lloraba, pero sonreía. Entonces me lo dijo,
pero yo sé que no es verdad... yo lo sé. Y también sé que la culpa es tuya, gato tonto, y
que por eso esta noche el ratoncito Pérez no ha venido.
Qué bueno!!! Y es cierto, de niños siempre queremos seguir creyendo aunque estemos seguros por dentro de qué es verdad que no existen. Plas, plas, plas!
ResponderEliminarMuy bonito y entrañable, Carmen.
ResponderEliminarMe ha encantado, con las dudas selectivas del niño, que no cree en los reyes magos, pero si en un ratón que le trae regalos. Es genial.
ResponderEliminarSí existen y hay que pedir siempre. Yo siempre pido lo que quiero y lo hago por escrito. No me dirijo a nadie en particular, se lo pido a la vida y funciona.
ResponderEliminarTu relato muy bueno, como siempre.
Muy tierno y muy bueno!!
ResponderEliminarGracias miles por vuestros comentarios!! :)
ResponderEliminarQué bonito!!!!! A mi hija se le cayó su primer diente hace un par de semanas y resulta que ahora el Ratoncito Perez trar MonsterHigh como regalo. Fue una odisea lo de intentar arreglarlo a las once de la noche...
ResponderEliminarSiempre queda la opción rápida de un par de monedas de euro!! :) Gracias, Lara.
EliminarEs un relato muy envolvente con esas confidencias infantiles. Tiene buen ritmo y se lee de corrido disfrutando de cada línea.
ResponderEliminar¡Precioso! ¡Bien hecho Carmen!
La única salvedad es que la última frase sin el soporte de la foto es difícil que se entienda. Solo es una reflexión en voz alta.
Gracias, Geli!! :)
EliminarCarmen, pienso lo mismo que Geli. Si no fuera por la foto, la última frase no se entendería. Aunque eso da igual, porque para eso está la foto, ¿no?
EliminarPor cierto, con este texto, tendremos que restringir la entrada a los niños... Bueno, no, que entonces no podríamos entrar ninguno.
Enhorabuena.
Muy bueno, Carmen. Qué agradable recordar la niñez y el ratoncito Pérez. De pequeño escondía el diente que se me caía bajo la almohada para que el ratoncito me despertase y poder verlo...pero siempre se lo llevaba dejándome algo en su lugar. ¡No había forma de pillarle! jejejeje
ResponderEliminarEs muy escurridizo, pero mi hijo insiste en que un niño de su clase le vio el rabo!! Gracias Manuel! :)
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