Se había de pertenecer a la sección femenina, mejor aún si además eras de familia falangista. De lo contrario, sufrías el rechazo.
Yo no era ni una cosa ni otra, únicamente sabía de corte y confección. Como en la casa necesitaban de mi jornal, y durante la guerra habían cerrado casi todas las casas de modistas, me afilié para poder ayudar. El uniforme nos lo daban las jefas, sin él no se podía acudir al trabajo.
Mi idea era mantener la boca cerrada siempre y estar concentrada en las puntadas, al tiempo que mis pies balanceaban sin descanso el pedal y la manivela giraba sin cesar.
Yo no era ni una cosa ni otra, únicamente sabía de corte y confección. Como en la casa necesitaban de mi jornal, y durante la guerra habían cerrado casi todas las casas de modistas, me afilié para poder ayudar. El uniforme nos lo daban las jefas, sin él no se podía acudir al trabajo.
Mi idea era mantener la boca cerrada siempre y estar concentrada en las puntadas, al tiempo que mis pies balanceaban sin descanso el pedal y la manivela giraba sin cesar.
-Que no se me arrugue la tela, por favor- era mi letanía
constante. La máquina iba a tal velocidad que sin duda con cualquier descuido me ocurriría y me lo descontarían del jornal. Mis compañeras charlaban y reían,
pero yo no me atrevía a levantar la vista de mi faena, de ahí la fama de
arisca que me gané en seguida.
Los emolumentos estaban en función de las piezas diarias
acabadas, producción a destajo. Camisas para
el ejército de Franco y las mujeres cantaban para animar a su bando. Ni media palabra salía
de mi boca apretada, solo lloraba para mí, sin lágrimas que se pudieran ver, recordando al novio y al
hermano del otro lado.
Muy bien, Malén! Desgraciadamente, así fue una parte de nuestra historia.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe suena raro el comienzo, ese "habían de ser". Yo lo cambiaría. Lo demás perfecto.
ResponderEliminarCierto, y las camisas no cantaban!! Ja, ja, ja, deprisa y corriendo como siempre, gracias!!
ResponderEliminarMuy guay, jeje
EliminarMuy emotivo Malén
ResponderEliminarmantener la boca cerra y estar atenta a las puntadas. Me gusta Malén. Cosía y cosía su boca para no gritar.
ResponderEliminarMi madre vivió eso mismo y aprendió una profesión que la siguió para siempre. Era la única forma de trabajar. Tu relato se me ha hecho muy corto.
ResponderEliminarUn retrato de una desgraciada época. Muy bueno, Malén.
ResponderEliminarUn relato muy bonito, Malén.
ResponderEliminarMuy bien descrita la escena:tener que ocultar los propios sentimientos, hacer de tripas corazón, porque sencillamente, había que comer.
ResponderEliminarÉchale un ojo a:
no se podía acudir a trabajar. (¿"al trabajo"? Así evitas la repetición del sonido "ar" de ayudar, trabajar) V
¡Bien Malén! Un abrazo
Gracias, Geli!!
EliminarDuro y real, cuánta gente tuvo que callar para poder comer en aquellos tiempossssss
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