La vida de Esteban no era como la de los demás niños. Su padre se marchó de casa siendo él muy chico y su madre para intentar olvidar ese abandono comenzó a beber a todas horas. Con ello consiguió además olvidarse también del resto de su vida, incluido Esteban. Desde entonces el pequeño ejercía como cabeza de familia pese a tener sólo siete añitos.
Cada mañana al volver del colegio despertaba y arreglaba a su madre y después salía a comprar algo con lo que preparar el almuerzo de ambos. Sus amigos le solían salir al paso con reproches o preguntas impertinentes a las que él nunca respondía.
Una de esas mañanas en las que regresaba cargado de bolsas se encontró una gatito abandonado dentro de una caja de zapatos junto a su portal. No debía tener más de dos semanas. Tras reflexionar en silencio durante unos segundos agarró la caja como bien pudo y entró en casa dispuesto a encontrar un hueco donde poder esconderlo.
“Aquí estarás bien. Si no armas mucho ruido, mamá ni se dará cuenta de que estás. Te voy a llamar Cat y tendrás que cuidarla cuando yo esté en el colegio porque casi siempre está malita. Bueno ya te iras dando cuenta de cómo funciona todo…”
Lo colocó bajo su cama y fue a buscarle un tazón de leche con galletas que el recién llegado devoró en un menos de un minuto.
Cat pasó a ser el mejor amigo de Esteban, su confidente de penas y su compañero de juegos y gamberradas por el barrio. Junto a él se sentía tan feliz como antes de que su padre dejará de quererlo o de que su madre déjase de ser una mamá normal. Como antes de que todo fuese tan feo.
La mañana antes de Navidad Esteban salió a comprar algo especial para preparar la cena de Nochebuena. A su regreso una señora muy bien vestida lo esperaba sentada sobre su diminuta silla de la cocina.
“Creemos que tu madre no es capaz de cuidarte como debe. Ella no está bien, tú ya lo sabes, así que ha accedido a que te vayas a vivir a otro lugar donde vas a ser muy feliz con unos padres que te den todo lo que te mereces.”
Buscó en la mirada de su madre protección, pero ella no levantó la cabeza. Tragó saliva y entró a su cuarto a recoger sus cosas. No encontró a Cat bajo la cama ni por toda la casa. Lo llamó y llamó con gritos de auxilio hasta que lo obligaron a entrar en el coche a la fuerza, y sólo ahí, en ese momento, volvió a ser un pobre niño muerto de miedo. Cuando se sintió de nuevo solo.
Pero para su sorpresa cuando el coche arrancó de entre unos matorrales vio a Cat salir disparado tras ellos. Esteban rompió a llorar y le gritó tras los cristales un desgarrrador: "¡Adiós amigo, no te olvidaré jamás!”
Cat corrió y corrió junto a el coche a través de calles y grandes avenidas hasta que llegaron al final del trayecto y al que sería su primer hogar de acogida. Allí se abalanzó sobre el niño dándole mil lametones bajo las caras de asombro de todos los que observaban la escena.
Lo mismo pasó un mes más tarde cuando Esteban fue enviado a su segunda casa y después a la tercera… Y así hasta que llegaron a la que se convirtió en definitiva. En su verdadero hogar. Con unos padres que lo cuidaron como a un hijo y donde los dos pudieron por fin volver a corretear juntos y dormir sobre la misma cama. Como dos amigos.
Un relato enternecedor sobre la fidelidad de un gato al amito que le salvó de la calle. Se lee con un nudo en la garganta y eso sólo quiere decir que has conseguido conectar con el lector, hacer que nos sumerjamos en la historia. Hay alguna repetición de palabras que yo cambiaría, pero el relato me ha gustado. Quédate Lara.
ResponderEliminarVoy a repasar, ya sabes que escribo de madrugada cuando al fin mis peques me dejan. Gracias compi!!!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Fernando, es un buen relato, me encantan esas relaciones de lealtad entre la mascota y el amo.
ResponderEliminarDepurándolo un poco te queda perfecto. En algunos párrafos veo que se aglutinan las "y".
Tienes razón, Manuel. A mi también me parece que he abusado de ellas. He intentado corregirlo. Espero que ahora esté mejor. Gracias por el consejo.
EliminarTierna historia con final feliz. Buena aproximación al mundo particular de los niños en su relación con los animales.
ResponderEliminarQuizás resulte algo inverosímil que un gato pueda correr "junto al coche a través de calles y grandes avenidas" ...
Sí, Lara, quédate.
Un relato muy tierno. Me ha gustado.
ResponderEliminarMe encanta el párrafo donde describes el seguimiento desesperado del gato, es estremecedor, te pone la carne de gallina, porque recuerda la lealtad de los animales, que es mucho más sincera que la de las personas. Y me quedo con una frase: "como antes de que todo fuera tan feo", preciosa. Estoy con Fer, quédate más rato, Lara
ResponderEliminarUn besazo, Wis!!!! Y mil gracias!!!!
EliminarBonita historia de amistad!!
ResponderEliminarDe acuerdo con los comentarios, Lara, es una bella amistad y un buen relato y te repito: quédate con nosotros.
ResponderEliminarLara me ha pasado como a Fernando, tenía todo el tiempo un nudo en la garganta. Has comunicado muy bien con el lector. Mi enhorabuena y no te vuelvas a marchar, porfa.
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