El blanco de los molinos me recuerda el color impoluto de las casas ibicencas. Ambos rasgan el paisaje con estallidos de luz que ciegan los ojos.
Las aspas son las manos fuertes y sabias de mi amiga que trazan círculos mientras recorren los meridianos energéticos de mi dañado mapa corporal. Es un regalo repleto de aromas esenciales, al tiempo que yo me escurro de la camilla y viajo por tierras de eólicos gigantes y enajenados caballeros andantes. Y ya no sé dónde me encuentro.
( Para Eva, en Ibiza)
Muy bonito, Maga.
ResponderEliminar..."ambos rasgan el paisaje con estallidos de luz que ciegan los ojos", sentencias así, solo salen del teclado de los grandes. Enhorabuena.
ResponderEliminarMe ha encantado, enhorabuena
ResponderEliminarPrecioso Malén
ResponderEliminarMalen, con que maestría te llevas el paisaje para tus islas.
ResponderEliminarQuiero que tu amiga me de un masaje, ya.
ResponderEliminarSimplemente precioso
ResponderEliminarMuy bien escrito y lleno de insinuaciones,matices, sugerencias... Me ha gustado mucho. Enhorabuena.
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