El catorce de agosto de 1979, Luis entró en la librería Acantilado para encargar el manual de primero de química orgánica. Tras el mostrador, Sara contenía los nervios de su primer día de trabajo. Apuntó el título del manual en una hoja de pedido y lo cursó inmediatamente. Lo tendrá aquí el próximo lunes, dijo. Luis salió de la librería Acantilado con quinientas pesetas menos en el bolsillo y con el corazón latiendo más fuerte de lo normal: Sara tenía la sonrisa más hermosa que jamás había visto.
El veinte de agosto de 1979 Luis volvió a entrar en la librería y le enseñó a Sara el recibo: vengo a recoger el libro que encargué, dijo un poco más nervioso de lo que más tarde recordaría. Aquí lo tiene, murmuró Sara. El sistema periódico, de Primo Levi. A pesar del evidente error, Luis salió de la librería con el libro y con la certeza de que, efectivamente, la sonrisa de Sara era la más hermosa que jamás había visto. Un mes más tarde Luis hizo dos cosas que marcarían para siempre su vida: cambió su matrícula en química por la de filosofía y letras y, lo más importante, consiguió una cita con Sara.
Turín, veinte de abril de 1987. Tú y yo cogidos de la mano en el cementerio, frente a una lápida. Cae la tarde con esa cadencia que sólo tienen los atardeceres en Italia. El silencio es ensordecedor. Aún con tu imagen desnuda en la cama de la habitación del hotel, trato de hilvanar un discurso medianamente poético. Acaricias mi mano como si me dijeras: no hables, no hace falta. Y es verdad; hay momentos en los que las palabras son muebles llenos de polvo que no sirven para nada. Hemos recorrido en tren la distancia que separa el campo de concentración de Auschwitz de la ciudad de Turín; el mismo recorrido exacto que hizo Primo Levi en 1945; el mismo recorrido exacto que yo narro en mi tesis doctoral sobre este escritor italiano. Vuelves a envolverme con tu sonrisa como si fuera una bufanda. Hace frío, dices. Deposito la edición de El sistema periódico que una vez me vendiste por equivocación a los pies de la tumba. Mientras nos alejamos, el silencio se hace añicos al escuchar el llanto de una mujer de la que nunca sabremos su nombre ni su historia.
A la memoria de Primo Levi, químico, filósofo y escritor italiano, Turín 1919-1987.
Sorprendente Marco, un equívoco perfecto. Felicidades.
ResponderEliminarEs el relato más poético que te he leído, lleno de caricias linguísticas, me encanta que compares las palabras con muebles llenos de polvo. Marco, no me queda claro qué relación hay entre el libro que Sara le entrega y cambiar su carrera de ciencias puras a una de letras puras. Otra cosa, su relación con Primo Levi ¿es sólo la surgida del equívoco o hay algo más que se debe adivinar?. Es muy bueno, pero yo soy torpe.
ResponderEliminarMe encanta cómo te llevas siempre el gato al agua, para hacer lo que te apetece realmente. Muy bien!!
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho pero estoy con Fernando en que hay cosas algo confusas, a no ser que yo este espesa.
ResponderEliminarEstaba tan perdidamente enamorado de la dependienta que no le importó colgar los elementos de la tabla periódica y sustituirlos por los relatos del escritor antifascista que estuvo en el campo de concentración. Y también enamorado de él ,gracias al lapsus de ella, escribió su tesis doctoral. Eso entiendo yo, pero mejor que sea Marco quién lo explique. Hoy estamos todos algo lerdos.
ResponderEliminarMagistral, con tu inconfundible estilo, yo he entendido lo mismo que Malén y me ha encantado, es una suerte contar con tus historias. Felicidades.
ResponderEliminarPues a mi me ha parecido una historia de amor preciosa de principio a fin. El que salga de esa libreria enamorado de una sonrisa la primera vez. El que se reafirme en la segunda e incluso crea que el equívoco del libro es un señal para cambiar el rumbo de su vida a partir de ese momento, algo que sólo se entiende desde la visión de otro enamorado como él. El que su tesis trate del autor de ese libro. El ir hasta su tumba... Uffff, realmente precioso!!!!
ResponderEliminarMe ha recordado un poco a una de mis peliculas favoritas, "Enamorarse" de De Niro y Meryl Strep, donde también se conocen en una libreria y los une un equívoco de un libro y un tren de cercanias.
Prometo buscar la biógrafia de Levi y leerla.
Enhorabuena!!!
Enhorabuena, Marco. Un relato escrito con tu maestría habitual y enternecedor.
ResponderEliminarA veces no es fácil en tan poco espacio poder dejarlo todo claro. Es más, creo que tampoco es bueno. Pienso que en relatos tan cortos siempre es bueno dejar algo abierto a la interpretación de los lectores. No obstante Malén y Lara apuntan correctamente los mecanismos de esta historia. Es una historia de amor a dos bandas: amor por una mujer (Sara) y amor por la historia de un escritor que le marca hasta el punto de cambiar para siempre (Primo Levi).Todo parte de un equívoco (Sara, con los nervios del primer día de trabajo encarga mal el libro de química y le trae El sistema periódico de Primo Levi). En fin, a veces pienso que cuando termino de escribir un relato ya no me pertenece. Es vuestro, y como tal podéis (y debéis) interpretarlo...
ResponderEliminarMalén: lo del "gato al agua" es una frase que últimamente me hace pensar en cosas que no me gustan nada, jajajaja
Felicidades Marco por tu buena manera de escribir.
ResponderEliminarMe ha ocurrido como a Lara.Me ha despertado la curiosidad sobre Primo Levi.Soy una enamorada secreta del sistema periódico.Y también coincido contigo en que un texto breve, debe dejar cosas abiertas.A veces tanto, que casi se pierde el hilo de la historia.Es el riesgo.Y en el fondo... eso es lo que me gusta de los pequeños relatos, esa dificultad.Muy tierno.
ResponderEliminarA mi también me ha parecido una historia de amor preciosa y muy bien escrita y estoy de acuerdo en dejar los cuentos abiertos para que cada uno los termine o los interprete como quiera. Delicioso Marco.
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