En el principio los Hombres y el Tiempo convivían en armonía. Ambos trabajaban por el día, dormían por la noche, sembraban en primavera y cosechaban en otoño. En verano y en invierno se protegían del Cielo. Una noche de invierno, mientras el Cielo envió sus huestes en forma de lluvia y de viento, los Hombres pensaron al abrigo de un fuego que sus trabajos eran demasiado largos y penosos porque nunca sabían cuándo tenían que parar. Decidieron, y así se lo comunicaron al Tiempo, que se tenía que fragmentar. Al Tiempo no le sentó nada bien que los Hombres le exigieran nada, pero accedió con la única condición de que aceptaran de él un regalo con el que pudieran recordar toda la vida hasta el fin de su existencia aquel momento de osadía. Al regalo le llamó reloj y, desde entonces, el Hombre se convirtió en su esclavo.
Que bueno Eufrasio, los relojes no te dejan tranquilo.
ResponderEliminarMagistral. Me ha encantado, como siempre.
ResponderEliminarPrecioso mito sobre el origen del reloj.
ResponderEliminarUn reloj para dominarnos a todos y sumir a los hombres en la más completa oscuridad. Muy bien Gandalf.
ResponderEliminarMe gusta,me gusta.Yo también creo que tiene algo demoníaco.
ResponderEliminarComo siempre Eufrasio magnífico. Un relato precioso en fondo y forma.
ResponderEliminarOriginal. Muy bueno Eufragio
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Eufrasio. Has escrito una enorme fábula con muy pocas pero acertadas palabras.Bravo!
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