jueves, 27 de octubre de 2011

HARINA DE OTRO COSTAL

Nació en el seno de una familia de panaderos, su padre lo era, su abuelo lo fue y el abuelo de su abuelo pasó la vida tosiendo la harina que embotaba sus pulmones. Lo último que hubiese querido Jaime, era convertirse en panadero, continuar con la tradición familiar, pero las circunstancias le llevaron a ello sin remedio. Heredó el molino fabricado de adobe, madera y cal, un molino que había permanecido erguido durante siglos. Conocía bien el negocio, desde muy pequeño, ya andaba con las manos en la masa, pero tenía un concepto demasiado alto de si mismo, todo cuanto le recordaba al molino, le parecía de una humildad insoportable. Su padre, el Jacinto, no sabía de dónde había sacado esas ínfulas, suponía que de los malditos libros de terror que leía y su madre, la Juana, le protegía diciendo que no tenía porque seguir los pasos de sus ancestros.

Jaime quería ser escritor y en aquel pueblo, en aquel maldito entorno, no encontraría inspiración, ni talento, aunque lo inventase.

Jacinto, desapareció una noche como por ensalmo. No pudo huir, porque su vida le encantaba tal y como era y además, nadie huye sin llevarse sus tesoros, nadie huye dejando tras de sí todo lo que le pudiese ayudar a comenzar una nueva vida y Jacinto, por dejar, había dejado hasta las tres mudas que tenía.

La Juana, sabía que algo terrible le había sucedido a su Jacinto, pero en un lugar como aquél, ¿quién iba a hacer caso de las dementes suposiciones de una vieja panadera?

Así las cosas, Jaime se vio de la noche a la mañana regentando el negocio de su familia. En un país tan machista , sus dos hermanas mayores, vieron como se esfumaba la única oportunidad que tenían de convertirse en mujeres independientes, tendrían que conformarse con aportar una dote regalada, para ser poco menos que compradas, por cualquiera de los gañanes con ovejas y tractores del pueblo.

En la primera madrugada de Jaime como obrador, trató de innovar, mezcló con la masa del pan un ingrediente que nadie reconocería, quería convertir sus hogazas en las más codiciadas de la comarca. Y vaya si lo consiguió…

El pueblo entero se volcó en la panadería del molino. Todos querían aquel pan, le llegaban encargos de los lindes de la provincia. Jaime suspiraba. Había conseguido la receta mágica que buscaran con tanto ahínco su abuelo y su tatarabuelo y más tarde su propio padre, desaparecido desde hacía dos días.

Sus hermanas lo miraban furibundas. Les había costado un mundo urdir el plan para terminar con la vida de su padre. Dos noches atrás, aguardaron en el molino, escondidas y temblorosas, a que Jacinto comenzara la jornada amasando el pan. El buen hombre, trabajador como pocos, se colocaba siempre el gorro de panadero para no introducir ningún cabello en la masa. Era meticuloso, hacendoso y legal. Sus hijas lo contemplaban sin ningún mísero sentimiento de culpa en sus corazones. Ellas querían el negocio, añoraban ser independientes y no querían por nada del mundo casarse con ningún pueblerino borracho y machista.

Aquella noche oscura, iban a conseguir apoderarse del molino. Aprovechando el momento en que se colocaba el gorro, se acercaron a su padre por la espalda y lo golpearon con una pala. Ya inconsciente, lo arrastraron hacia el horno que ardía preparado para recibir la masa de pan de la jornada. Escucharon el siseo y el crepitar del cuerpo de su padre, como en un crematorio y salieron horrorizadas, como dos alimañas nocturnas, hacia sus camas.

Lo que nunca imaginaron, es que su hermano conocía su delito y utilizaría las cenizas de su padre dos días después, para elaborar el mejor pan que la Mancha conocería jamás.

7 comentarios:

  1. Bien, esto es nuevo. Del binomio wis-fer nace un relato que, a priori, parece tener más de Wis que de Fernando. Toda esa atmósfera oscura es de Wis. Sin embargo, en una segunda lectura se aprecia ese sentido del humor (también muy negro) de Fernando. Buen relato wisfer, y bienvenido a Valencia Escribe, jajajaja

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  2. Jo, qué tremendista, qué miedo..., Muy bueno, Wis-Fer.

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  3. Jo que fuerte lo del panadero, terminar como ingrediente de su pan. Muy original. Enhorabuena.

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  4. Estupenda historia. Me parece sentir el agradable olor del pan recién hecho y ...alimentado por las cenizas del padre asesinado. ¡Qué miedo!

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  5. Pan moreno, no de semillas, sino de cenizas...

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  6. Y lo más preocupante es que cuando al panadero se le acabe el ingrediente especial, necesitará más. Que se preparen las hermanitas...
    Por favor, para mí una baguette bien cocidita.

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  7. David, eso será harina de otro costal, el panadero quería ser escritor y aquí comienzan sus historias.

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