Desde hace algunos años, Paco y Ángela se encontraban la tarde de los martes en el Café Alacaña. Les unían varias cosas. Licenciados en la misma promoción de Ingeniería Agrícola, aprobaron la oposición el mismo año, muchas aficiones en común y en especial una hija que pronto les convertiría en abuelos. Sin embargo, también les separaba la distancia, sus objetivos, sus nuevas parejas. Paco abandonó su aburrida oficina por la agricultura ecológica en un pueblo cercano, por el contrario Ángela estaba a punto de conseguir el último escalafón de su ascenso. Pero ante todo, ellos seguían siendo amigos como escasa exparejas podrían serlo. Los dueños del local les conocían de años atrás. Cada martes, Aníbal les observaba ensimismado. Al cabo de un rato le sentenciaba a su señora: -Te digo que estos vuelven a liarse.
A lo que la ocupada Sinforosa le soltaba: -¡Anibal, no te ciegues y trabaja!. Tu, como siempre, viendo gigantes donde simplemente existen molinos.
Muy bueno, Dori.
ResponderEliminarSiempre hay profetas de lo ajeno que se estrellan en sus sentencias, qué razón tiene Sinforosa, Anibal que se dedique a otra cosa pues parece ser que no tiene buen ojo para las parejas. Me ha gustado.
ResponderEliminarQué ciegos estamos los hombres con los asuntos ajenos del querer y del odiar. Dori, me gusta como has introducido las lecciones del Quijote en el saber popular.
ResponderEliminarQue bonita historia
ResponderEliminarMe ha gustado la lección de Sinforosa.
ResponderEliminarEs un texto hermoso y bien escrito. ¿Es de Dori o de Fergal??? En cualquier caso, enhorabuena.
ResponderEliminarMuy bien, dando ejemplo de como es España. Primero hablar antes de saber, me gusta
ResponderEliminarMuy bien Dori
ResponderEliminarGracias compis, Marco, el texto es compartido, Dori lo piensa y Fergal lo escribe.
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