Aquella tarde hacía frío, mucho frío, en la calle. Sorteando los helados charcos de agua que la lluvia había dejado en el acerado, pensé que me apetecía tomar un café bien caliente. Lo cierto es que la carencia de monedas que padecía mi bolsillo últimamente fue disolviendo la idea, y me tuve que conformar con acercarme al escaparate de la cafetería para echar un vistazo a su interior. De esta forma, al menos, me consolaría saboreando mentalmente las tazas del líquido humeante imaginando la cálida y placentera sensación que me produciría la infusión conforme la tomaba a sorbos.
Me encontré con tu mirada.
Sentí un extraño cosquilleo en el estómago. Dicen que cuando sientes extraños cosquilleos en el estómago al contemplar a una persona es señal de que algo hermoso se despierta en tu interior.
Me sonreías.
Tu sonrisa fue suficiente para olvidarme del frío que me atenazaba. A través de los cristales tu mirada se fijaba, interesada, en mí, como si mi persona te trajese recuerdos agradables de alguien muy lejano. Yo me ruboricé y agaché la cabeza, pero sólo para subirla un instante después.
Me abrazaba dando saltitos nerviosos, acompañados de gestos para darte a entender el frío que hacía en la calle; con mis ojos señalaba la taza y hacía como que aspiraba el aroma del café que había en su interior, después te contemplaba… y no hacía nada…nada.
Enlazamos las miradas.
El corazón me dio un vuelco cuando vi que con tu mano me hacías un gesto invitándome a pasar al interior.
El cosquilleo del estómago aumentó en intensidad.
Muy bonito, Manuel, narrado con mucha sensiblidad.
ResponderEliminarLos duendecillos del Word ha hecho que se repitiera: "tu mirada".
Es muy agradable leerte.
Muchas gracias, Amparo. Gracias por el aviso, no me había dado cuenta y ahora mismo lo crrijo.
EliminarUn abrazo.
Me gusta el punto de vista (desde el chico)que le has dado a la historia, con un bonito final.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fina. La verdad es que no es una foto fácil para narrar.
EliminarMe gusta mucho, Manuel, parece que va a tener la suerte de tomarse ese apetecido café y además en buena compañía. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lu.
ResponderEliminarEs una buena combinación, una mujer de la que uno se enamora, una fría tarde de invierno, un café bien caliente, jejeje.
Un abrazo.
Lo encuentra todo tu protagonista, estupendo relato!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Malén.
EliminarManuel, necesito saber más... Qué pasó luego??? Nos dejas con la miel de la curiosidad en la boca... Qué se dijeron??? Me gusta. Un beso.
ResponderEliminarPues me gustaría que el final lo pusiéseis vosotras.
ResponderEliminarYo, particularmente, voto porque esa relación fermente y salga adelante, además tiene toda la pinta de que ello ocurra.
Un abrazo, Mer.
Me atrae el punto esperanzador, el positivismo que destila tu historia. Dice mucho de ti, Manuel.
ResponderEliminarLa rima de helados con acerado, me ha llevado a nuestro taller y a nuestro maestro. ¿Recuerdas cómo le molestaban? jajajaja. Échale una ojeada a eso.
Ubica mejor el adv. últimamente. ¿Qué te parece: "que últimamente padecía mi bolsillo"?
Está muy bien. Creo que tu historia reconforta al lector. Un abrazo.
Gracias, Geli, tomo nota de tus sugerencias. Lo de la rima es verdad, jejeje, a pesar de que intento evitarlo caigo sin contemplaciones en ello.
ResponderEliminarun abrazo, amiga.
Me ha gustado la narración. Y el final feliz. Yo, humildemente, no opino sobre el final de la historia, porque dada mi experiencia...; me quedo solo con el principio que es lo bello de una relación. Después todo se tuerce, jajajaaja.
ResponderEliminarRomántico, romántico...Manuel, me encantas.
Muchas gracias, Wis. Lo cierto es que me encanta que las historias románticas terminen bien, me deja buen sabor de boca.
EliminarYa tengo una cosa aprendida: como el futuro no sabemos lo que nos depara, hay que tratar de que nuestra vida sea una sucesión interminable de presentes felices.
Pues yo soy de pensar que el final es bonito y feliz. Un buen comienzo para un buen final. Me ha gustado mucho. Soy una romanticona.
ResponderEliminarA mí también me gusta que sea así, Rosa. Me gustan las cosas que acaban de forma feliz, y, sobre todo, nunca dejes de ser romántica, amiga.
EliminarMuchas gracias por tu opinión, Rosa.