martes, 27 de noviembre de 2012

22. (Concurso Otoñal) UN TRANQUILO PASEO OTOÑAL

Aquella mañana otoñal, Celia salió a pasear como todos los días. Su médico le había dicho que el mejor ejercicio que podía hacer era dar largos y serenos paseos. El día era tranquilo y soleado, el cielo azul turquesa. Los pajarillos acompañaban su marcha con dulces y melodiosos trinos, bajo sus pies una esponjosa alfombra de hojas amarillas amortiguaba sus pasos. Aspiró al agradable aroma que desprendían y notó, de repente, algo viscoso en una de las suelas de sus deportivas. No le dio tiempo a reaccionar, en cuestión de segundos, su cuerpo cayó encima de la colorida y húmeda espesura. Abrió los ojos que se habían cerrado a causa del sobresalto, miró a su alrededor, no había un alma. Se concentró, entonces, en todos y cada uno de los huesos de su cuerpo -los que conocía, claro está- . Intentó mover primero un brazo, luego el otro, movió un pie, luego el otro, pero… ¿ese olor nauseabundo? ¡No lo podía creer! Ya conocía el motivo del repentino traspié; sintió una súbita sensación de odio hacia esos maleducados paseantes de mascotas. Tenía que ponerse en pié, pero… ¿podía hacerlo ella sola? ¿Dónde debía apoyar sus manos para no ensuciarlas? No sabía si reír o llorar, se veía a sí misma en aquella ridícula posición, boca abajo, en el suelo, respirando ese hedor…
Escuchó una voz masculina desde lo alto, desde lo alto de su posición, se entiende:
- Ponga las manos una a una en el suelo, después intente apoyar las rodillas.
- Pero… está todo muy sucio y… ese olor…
- ¿Prefiere continuar en esa posición?
-No claro,… ¡Uffff, no puedo apoyar la rodilla derecha!
-Espere, voy a ayudarla…
-¡No me toque! Se va a manchar …
- Eso es lo de menos, apóyese en mi brazo, poco a poco…
Celia y su salvador terminaron en el servicio de urgencias de un hospital. No tardaron nada en atenderla, hasta los enfermos suplicaban que fuera ella la primera en entrar, tal  era el olor que desprendía.
 Llevó la pierna derecha inmovilizada por un tiempo durante el cual, Fernando, su redentor, le ofreció la mejor de las curas: su amor y dedicación.
El otoño es la estación del año preferida por la pareja. Todos los meses de noviembre, dan un paseo cogidos de la mano, por la misma calle donde se conocieron, rememorando aquella hermosa mañana…

Clarita CampoLodio

4 comentarios:

  1. El amor, aún conociéndose en situaciones extrañas, ¡es muy bonito! Suerte Clarita.

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  2. Bien está lo que bien acaba. Me ha gustado mucho. Suerte.

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  3. Con un toque de humor!! Muy bonito. Suerte...

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  4. Una bonita hitoria de las cotidianas, contada con humor y final filiz. Me gusta.

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