jueves, 1 de noviembre de 2012

9. (Concurso Otoñal) OTOÑO GRIS

Todos los días de su infancia debía atravesar ese inmenso parque arbolado para llegar al puesto donde trabajaba repartiendo diarios como canillita, a fin de ayudar al sustento de su madre sumergida en la extrema la pobreza. En esa mañana lluviosa y fría de otoño el parque estaba vacío y esa soledad rodeaba la tristeza gris de su vida.
Como lo hacía habitualmente, se detuvo a mirar bajo una persistente llovizna, la imagen de aquella sucia estatua de madera tallada en un enorme tronco seco de un árbol caído. La figura pretendía simbolizar a un niño débil y desnutrido como él, protegido por miles de manos solidarias, que alguien deliberada y maliciosamente había deteriorado.
Pero al reiniciar nuevamente su marcha, de repente cesó la lluvia al apartarse momentáneamente las nubes y comenzó a asomar el sol por entre las pocas hojas raídas y desgastadas, que todavía pendían de los árboles en ese otoño. Entonces detuvo sus pasos fascinado, observando como comenzaban a aparecer en el cielo los colores del arco iris y se iluminaban las hojas, creando una multitud de deslumbrantes tonos multicolores.
Y como si saliese de un encierro, el tono gris que todo lo rodeaba se llenó de color. Los senderos serpenteados del parque que se habían mostrado oscuros e intrincados hacía sólo un rato, aparecían ahora iluminados y majestuosos, mientras comenzaron a escucharse como por un encanto, el alegre trinar de los pájaros.
Las numerosas hojas secas caídas en el suelo se despertaban de su letargo y se cubrían de colores y aquella sucia y deteriorada estatua con la imagen de sus manos dañadas, se impregnó de belleza, al ser iluminadas en un brillante e inmaculado tono verde esperanza. Como si se hubiera escapado de ese otoño gris donde había estado recluido hacía sólo unos instantes, comenzó a nacer en su mente una sensación de felicidad, desde aquel abatimiento que lo acompañaba en su camino.
Era un milagro. Era como si todo hubiera cambiado. Era como si realmente aquel otoño gris de su vida, se había transformado mágicamente en primavera. ¡Por fin habían aparecido los matices multicolores en aquel gris otoñal de tristeza y miseria que lo rodeaba!
Pero, tan pronto como vino, se fue y aquella sensación se desvaneció en forma abrupta, volviendo a resurgir en su vida aquel entorno gris de ese día de otoño. Todo sucedió cuando parado en ese sendero del parque, sobre la tierra apisonada con polvo de ladrillo cubiertas de miles de hojas muertas, comenzó a percibir sobre su escuálido cuerpo, unas frías gotas de lluvia que repentinamente habían comenzado nuevamente a caer.

Aliver

4 comentarios:

  1. Una hermosa historia Aliver. Suerte

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  2. Me gusta cómo juega con la imágenes y cómo la estación otoñal toma vida propia envolviendo al personaje.

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  3. Un relato lleno de esperanza e individualidad. La vida la vemos según nuestro ánimo. Muy meticulosas las descripciones. Me gusta.

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  4. Hermoso aunque triste relato. ¡Suerte, Aliver!

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