¡Por
fin! Lo había conseguido. Tenía en sus manos su primer disco de boleros. Y
¡cómo sonaba! Estaba borracha de placer escuchando una y otra vez sus
canciones. Tumbada en el suelo, revolcándose en su dicha al escuchar esa voz
aterciopelada y a la vez sólida con que
la naturaleza la había dotado. Y esos duros años de aprendizaje moldeando su
garganta al mismo tiempo que su imagen. Pero había valido la pena, todos sus
esfuerzos habían sido recompensados.
Dentro de unas horas iba a presentarlo en el teatro más importante de la
ciudad, ya escuchaba los acalorados aplausos de su público. Estaba segura de
que se convertiría en el disco del año. Solo había una sombra en su alegría:
las manos pegajosas del dueño de la discográfica recorriendo su cuerpo intacto.
El éxito lo borraría de su memoria, se dijo.
Es una pena que algunas cosas siguen teniendo un precio tan especial... Quizá estoy tiempos también se presten a estas necesidades. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn alto precio por conseguir los sueños que se persiguen. Muy bien contado Lu.
ResponderEliminarAgggg, sí qué asco de empresarios babosos!! Yo creo que ahora las cosas han debido cambiar. Esos eran los tiempos del vinilo. Buen relato Lu.
ResponderEliminarUn final que nos pone con los pies en la tierra, como a la protagonista de la historia.
ResponderEliminar¡Muy bien, Lu!
Genial, sí, a veces los sueños tienen un alto precio!!
ResponderEliminarEl título es acertadísimo con lo que cuentas en tu historia, Lu. Deja un sabor amargo al dulce éxito. Estupendo relato.
ResponderEliminarGracias, chicas, Un abrazo y un beso para todas.
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