Sé que la he perdido para siempre. Por
más que lo intento, no consigo que ella me mire. Golpeo el cristal de la
ventana con mis nudillos, pero ella parece ausente, ensimismada. Sé que si
atravieso la puerta del café para hablarle será inútil y no quiero montar, otra vez, un
espectáculo entre la gente. Tan sólo le acaricié la cara ayer en el parque,…
pero a veces, no mido mi fuerza.
Jolín, Amparo, vaya final, hay caricias que...!!
ResponderEliminarHay que ver qué individuo te has sacado de la manga, Amparo!!!
ResponderEliminarLa incredulidad del insensato... Menuda historia Amparo!!! Me gusta, en muy pocas líneas cuentas todo una historia. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Mer!!
Eliminar¡Cuánto da de sí, esa frase final! Un micro condensado y potente. ¡Muy bien, Amparo!
ResponderEliminarLos personajes atormentados por sus propias acciones dan de mucho de sí, literariamente. Muy bueno, Amparo, me gusta la intensidad de las emociones.
ResponderEliminar¿Una caricia tan potente???? Me ha encantado ese fantasma enamorado. Porque es un fantasma, ¿verdad? jijijiji
ResponderEliminarNo, Wis. Cuando se trata de un fantasma lo dejo más claro. Es lo que lees.
EliminarLo que está claro es que recoge lo que siembra. Muy bien contado Amparo, despliegas una gran historia en muy pocas palabras.
ResponderEliminar¡Gracias Fina y gracias a tod@s, no esperaba tan buenas críticas!
EliminarPara mí, que no estoy acostumbrada a escribir micros, la verdad es que lo encuentro "flojo"
Nadie queremos ese tipo de caricias. Muy bueno Amparo, claro y conciso.
ResponderEliminarGracias, Rosa.
EliminarGracias, Fina.
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