Un otoño virulento fue minando nuestras esperanzas. Los negocios cerraban, el bullicio desaparecía de las calles, la gente andaba sonámbula de un lado para otro. Los que aún conservaban el trabajo debían pasar más horas en él y la faena se les amontonaba. Al volver a casa tenían que lidiar con los familiares despedidos o los amigos arruinados. Adriana no sabía qué camino coger. Desorientada, pensó en acabar con su vida de una vez. No sufrir, dejar de sufrir, acunarse en una nada placida, un dulce sueño sin despertar. Pero no podía hacerle eso. Estaba comprometida hasta la médula, no podía defraudarle. Y siguió viviendo y luchando mientras su vientre se abombaba y escuchaba su latido cada vez más fuerte.
Esperanza Siempre
Muy valiente la prota, hay que luchar en estos momentos difíciles. Me ha gustado mucho, muy acorde con los tiempos en que vivimos. Suerte Esperanza
ResponderEliminarDe acuerdo con Fina. Buen relato Esperanza, te deseo mucha suerte...
ResponderEliminarSuerte siempre a la Esperanza.
ResponderEliminarNo siempre es fácil aceptar la realidad que nos toca vivir... Pensar en positivo es nuestra única salida. Mucha suerte.
ResponderEliminarEsperanza y deseos de cambio, siempre. ¡Suerte!
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