Recuerdo con cariño:
El patio de la casa donde jugábamos todos
los primos, con su morera y la balsa. Cómo me gustaba refrescame con la regadera
cuando nadie me veía. El corro manolo, trepar a los árboles, el
tú la llevas, y el pies quietos. El pañuelo,
el tranco, las prendas, la cuerda y la goma. Que estrenábamos ropa, todos muy
mudados y serios con nuestras palmas, el domingo de ramos. Los pantalones
cortos de mis hermanos en invierno y en verano. Los futbolistas que eran botones. Contar historias de
miedo. La risa estruendosa de mi padre. Las sesión doble de cine dominical. Las
cábalas de mi madre para repartir la comida sin que nos peleáramos todos por lo
mismo. El vinagre en el último aclarado de pelo. Las trenzas largas a diario. La paella de los domingos en el centro de la mesa y… ¡al ataque!, sin
ceremonias. El escondite, soy la reina de los mares y quisiera ser tan alta
como la luna…
Sueños de infancia, capacidad de
asombro, volvemos a ellos como los momentos más felices de nuestra vida.
Nostálgica os veo, Maga. Muy bello y evocador.
ResponderEliminarCreo que sí, mientras la mente nos rija, no nos arrebatarán los recuerdos.
EliminarMuy afortunada te siento Malen. Tienes mucha suerte de tener recuerdos tan agradables de la infancia... No olvides que dentro de muchos años, tienes que contarnos los recuerdos que vivas ahora... Todavía nos quedan muchos juegos a los que jugar. La ilusión es el ingrediente a encontrar a cada instante. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre es bonito tener recuerdos y sobretodo acordarse de ellos. Muy bueno nena.
ResponderEliminar¡Cuánta añoranza destila el relato!
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha parecido preciosa la forma de relatar esos recuerdos que yo también comparto. Muy bien, Malén!!
ResponderEliminarMuy tierno. Poder visionar los recuerdos atrapados en el pasado y aflorarlos en momentos de una sensibilidad especial, es sentirse privilegiada. Yo también me siento identificada con ellos. Los describiste con gran maestría.
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