¡Quién
me lo iba a decir a mí! Yo que era la
reina del glamour, siempre a la última,
la envidia de todas mis amigas. Cuando yo entraba a una tienda se
desvivían por atenderme. ¡Era tan exquisita! De joven intentaron ficharme para
ser modelo pero mi padre no lo consintió y tuve que conformarme, en aquellos
tiempos… Poseía esa elegancia innata que mis imitadoras no conseguían alcanzar
y eran muchas, os lo aseguro. Luego apareció Leopoldo en mi vida y,
literalmente, perdí la cabeza por él. Me hizo muy, muy desgraciada. El alcohol,
el juego y los clubs de intercambio de parejas acabaron con mi dignidad y no sé
si con la de él si es que alguna vez la tuvo. Después me dejó sola, los excesos
le pasaron factura, no derramé ni una sola lágrima. Ahora ha llegado mi turno:
vieja, fea y arruinada voy a arrojarme por la ventana antes de que venga el del
juzgado y la policía a echarme de mi casa.
Vaya intensidad, la de tu relato. Me gusta, prima.
ResponderEliminarPues me alegro, prima, porque últimamente vivo sin vivir en mí y no sé ni lo que escribo.
EliminarMuy bueno, pero que mejor se lo piense, acabaremos con los desahucios y es preferible que pierda la cabeza de otra forma!!
ResponderEliminarGracias, Maga, pero este personaje no ha llegado a tiempo.
EliminarNooooooooooooo!!!La ventana NOOOOOO!!! Nos llama y vamos todos a atrincherar su casa.... Me gusta mucho.
ResponderEliminarEstoy con Amparo, tiene mucho ritmo tu micro, Lu. ¡Bien, hecho! pero...¿es necesario que se tire por la ventana?
ResponderEliminarFinal drástico donde los haya. ¡Uf,..!
No es que sea necesario, es la voz de la actualidad que se ha colado en mi relato. Besos.
EliminarIm prezionante. Lu....la actualidad te inspira.
ResponderEliminar¡Muy bueno Lu!.
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