Entramos en Moscú para descubrir una ciudad helada y vacía, que apenas lográbamos llenar con el murmullo de nuestros maltrechos pasos. Según avanzábamos por ella, sólo la derrota se decidió a seguirnos, haciéndonos la promesa de cobrarse más vidas en el inevitable viaje de vuelta. ¿Cuántos habían caído ya muertos de hambre y de frío, cuántos caerían? El blanco de la nieve me cegaba y borraba los detalles de sus rostros; sin embargo me acordaba de él, de sus últimas palabras, aquellas que me han mantenido con vida: “vigila tus pies”.
Agacho la cabeza y una vez más elijo un infeliz, ése al que le robaré los zapatos cuando caiga la noche. No puedo hacer otra cosa.
Lily Popp
Muy triste. Una experiencia aterradora. Suerte Lily
ResponderEliminarInstinto de supervivencia supongo. Me ha gustado. Suerte.
ResponderEliminarEscalofriante relato,suerte
ResponderEliminarSupervivencia extrema. Muy duro y quizá, en este país, muy real.
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