Se desconocía su origen, si era hechicera, bruja o hada, pero toda la gente de la aldea sabía de sus correrías
nocturnas. Cada día la veían caminar por el bosque con su larga capa y su farolillo, siempre a la misma
hora y entonando una vieja canción. Los niños la temían, su aparición les
helaba el aliento. Contaban y contaban historias de ella, algunas perversas, y eso que jamás se había demostrado
que hiciera daño a criatura alguna. Al caminar resonaban las campanillas que
ceñían sus pies y que acompañaban el
largo lamento que salía de su boca. Buscaba el anillo perdido, el que correspondía
a sus tobilleras. Era su ajuar de novia, incompleto hasta que no lo encontrara.
Según la tradición no podía casarse sin tenerlo. Fue un descuido imperdonable
para todos. Ella, por el contrario, se sentía liberada y feliz. La luz de
las luciérnagas siempre la acompañaba.
Qué cuento tan bonito, Malén!. Muy imaginativo.
ResponderEliminarPrecioso, es muy bonito.
ResponderEliminarUna historia hemosa con matices melancólicos. Muy chulo.
ResponderEliminarBonita historia Malén, aunque. ¿Se sentía liberada y completa?¿Acaso no era su deseo llegar a casarse? Esta parte de la historia no la entiendo muy bien.
ResponderEliminarElla ya estaba feliz como estaba, eran los demás, sus familiares los que querían casarla, ella se saltaba la tradición a pesar de fingir sus lamentos. Tal vez perdió el anillo a propósito y por eso nunca lo encontraba.
EliminarMuy bello, Maga. Sí seguro que escondió ese anillo.
ResponderEliminarHas envuelto el micro con un halo de misterio que estimula la imaginación del niño que fui.
ResponderEliminar¡Precioso!
ResponderEliminarMe gusta mucho el tono tan intimista del relato.
ResponderEliminarCambiaría el adjetivo "completa" del final, que está muy cerca de incompleto unas frases más arriba.
¡Buen trabajo, Malén!
Tienes mucha razón, gracias!!
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