martes, 4 de septiembre de 2012

Posesión








Dicen que no me renuevan el contrato porque pasaba demasiadas horas frente a ti. Y es verdad, desde el primer instante me atrajeron: la serenidad de tus formas, la belleza de tu torso y tu piel marmórea. Empecé a recelar de cientos de ojos que, ávidos, admiraban a diario tus pechos desnudos y posaban sus miradas, como caricias lascivas, sobre ellos. Poco a poco, me convertí en tu guardián. Observaba con desconfianza a los visitantes del museo. Desatendí las otras dos salas que tenía a mi cargo para pasar más tiempo cerca de tu pedestal. 

Hoy es mi último día de trabajo y no puedo pasar por alto que, otro ocupará mi puesto y venerará tus curvas perfectas, tu hermoso rostro. Esa idea me obsesiona.

“Si no eres mía, no serás de nadie” –repito, como una letanía, mientras empuño el martillo con decisión.

4 comentarios:

  1. Drástico final para una bella historia de amor. Ya te echábamos de menos.

    ResponderEliminar
  2. Bienvenida Geli. ¡Precioso relato!!

    ResponderEliminar
  3. Geli, fantástica tu historia, he disfrutado leyéndola.

    Quédate.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar