Vestía su mejor abrigo y llevaba la melena suelta, como a mí me gusta. Estaba radiante. Cuando le entregué el ramillete, su expresión de preocupación se borró dejando paso a otra más familiar: la de la adoración que siempre me había profesado.
Todo olvidado. Empezaríamos de nuevo.
Nos levantamos, el tren se acercaba ya. La abracé y la besé con pasión. Conseguí empujarla a tiempo.
Se lo había dicho tantas, tantas veces: ni un engaño. Ni uno solo.
Otro trágico final, hoy he leido 3. Inesperado final también el tuyo.
ResponderEliminarYa..., si es que lo he escrito deprisa y corriendo porque no tenía nada y mira tú me entró la vena negra, lo estáis comentando y yo todavía estaba corrigiendo la entrada. Siempre me precipito, menos mal que estamos entre amig@s.
EliminarBesos.
¡Menudo! Yo siempre les digo a mis protagonistas que se aficionen a las artes marciales, que una no sabe nunca...
ResponderEliminarRevisaría ese "... me había procesado" por me había profesado. Supongo que se te habrá colado la "c" con las prisas.
Jaja, Amparo me había dado cuenta y lo estaba cambiando en la entrada, cuando he vuelto he visto el comentario. Gracias.
Eliminar;)
:)
EliminarCuánto loco suelto. muy bueno, Yolanda.
ResponderEliminarSí estamos o negras, negras o muy amorosas, no hay término medio, pero da igual porque está muy bien. Yo quitaría ese la en "la entregué" toca le. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Malén!
EliminarMalén, una duda iba a poner "le" pero lo cambié para evitar "le e", ¿en casos así no está permitido? Odio mis eternas dudas en estos casos. Besos.
EliminarMe encanta, jajajajaja.
ResponderEliminar¡Menudo final! Muy bueno
ResponderEliminarMe gusta mucho Yolanda. La foto nos ha inspirado mucho el pensamiento malvado, retorcido, machista, torpe de él y a ella, la vemos más víctima...
ResponderEliminarMuy bueno, sorprendente final.
ResponderEliminarGracias amigas por vuestros comentarios.
ResponderEliminarMadre mía! Negro, negro, negrísimo. Menuda reconciliación! Muy bueno Yolanda!
ResponderEliminar¡Gracias Marco!
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