Estoy harta de que
me llamen “Caperucita Roja”. Hace años que soy mayor de edad. Tuve que retirar
aquel abriguito rojo tan cursi y ahora visto una ropa mucho más glamourosa, como la preciosa capa de terciopelo que hoy luzco. Respecto al
lobo, hace tiempo ya que hicimos las paces. Era estúpido continuar con nuestra
absurda enemistad. Desde los famosos documentales de Rodriguez de La Fuente,
todo el mundo sabe que puedes hacerte amiga de los lobos e, incluso, convivir
con ellos de forma pacífica. Al tener que atravesar el bosque a diario, tuve
que camelármelo: metí en el tuper un
poco de carne sobrante del cocido y así fue cómo cayó en mis redes. Mi
abuelita, la pobre, murió por un atracón de frutos rojos. El médico le había
dicho que los comiera para evitar las infecciones de orina y se pasó. Fue el
cazador quien me avisó. Es un hombre de gran atractivo, pero me lleva veinte
años y, además, está casado, lo nuestro se ha quedado en una atracción
meramente platónica.
Ahora busco el camino para salir de aquí. Quiero escapar de
este cuento. Sí, sí…han leído bien. Yo no tengo la suerte de tener un príncipe
azul, si bien es verdad, que no he tenido que vérmelas con brujas ni con
madrastras, aún así, quiero encontrar el camino que me lleve fuera del libro. ¿Que
no puedo salir??... Y tanto!! Me lo dijo la Cenicienta y debe ser verdad porque
ya no la he vuelto a ver. Resulta que tuvo que dejar al príncipe porque, al
parecer, perdía un poco de aceite. Aladino, al enterarse, habló con el genio y
éste, con su magia la metió en la lámpara, cuando algún niño se deja el libro
abierto, Aladino alarga el brazo y deja la lámpara en el exterior, esa es la
forma de salir de aquí. La curiosidad infantil hace el resto y la incredulidad
paterna hace que no seamos descubiertos.
Parece que veo una luz acercándose. Debe ser Aladino…¡Hasta siempre!, ya es hora
de que leáis otros cuentos más adecuados a la época en que vivís. Espero salir
pronto de la lámpara, me han dicho que dentro hace muchísimo calor, si os
encontráis con ella no dejéis de sacarle
brillo…
Uf, qué orgía de cuentos infantiles. Por favor, que alguien la saque de la lámpara. Muy bien, Amparo.
ResponderEliminarGracias, Lu.
EliminarBuenísimo!!!! :)
ResponderEliminarMuy bueno Amparo, me encanta, ojalá tuviera tu imaginación.
ResponderEliminarUn beso.
¡¡Gracias, a las dos!!
EliminarYo también creo que ya es hora de que todas estas doncellas salgan de sus escondites y se enfrenten a la dura realidad... Muy chulo y muy reivindicativo Amparo.
ResponderEliminarGracias,Mer
EliminarMe gusta mucho el humor que utilizas.
ResponderEliminarSIn poder salir del cuento desde hace años, me ha gustado tan original idea!!
ResponderEliminarGracias a las dos
ResponderEliminarvaya derroche de imaginación, Amparo. Sí, ya es hora de modernizar algunos cuentos. Caperucita se encasilló. Muy bueno.
ResponderEliminar¡Fantastico Amparo!. Has desbordado imaginación por los cuatro costados.
ResponderEliminar¡Pero qué divertido! Me ha gustado mucho el tono desenfadado, la forma tan actual de hablar de Caperucita.
ResponderEliminarUn abrazo, Amparo.
Gracias, Fina. Gracias Geli, un abrazo a las dos.
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