lunes, 24 de septiembre de 2012
El último rezo
Bajó las escaleras del metro a trompicones. Allí estaba él, observándola desde el otro lado del andén, con su habitual libro en la manos y aquella sonrisa pícara que le hacía estremecer. Se sentaron un instante, el uno junto al otro, sin casi dirigirse una mirada. Aquello era parte del juego, debían parecer desconocidos. Él le deslizó la nota, se levantó y de la misma forma que había aparecido, se marchó. Observó el papel, aquel día le tocaba a él. <<Je t'aime>> leyó, ruborizándose un día más. Pero la culpa no tardó en llegar, el sentimiento le había atenazado desde aquella primera vez, en la que él le rozó la mano de forma discreta en la capilla del monasterio. Lo había visitado con la excusa de documentarse para un trabajo universitario y ella le había guiado durante todo el recorrido. Desde entonces sus encuentros habían sido en aquel lugar, las hermanas no solían viajar en metro. Se guardó el papel en el bolsillo del pantalón, se marchó de la estación y se coló en el mismo portal de siempre. Cuando salió, se recolocó el hábito y se encaminó a la capilla, para volver a rezar una vez más.
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¡Era monja...! Pero no por ello inhumana. Sintió el amor por él y luego rezaba para implorar el perdón..Me gusta la idea, Amparo.
ResponderEliminarMuy original! Me ha gustado mucho!!
ResponderEliminarQué díficil situación para los protagonistas!!! Me ha sorprendido y gustado mucho!!!
ResponderEliminarYa es hora de que el mundo se entere de que no es natural el prohibir a alguien amar por obligación. Muy bonito.
ResponderEliminarSí, la verdad es que la expresión de ella da para poder imaginar que podría ser monja. Muy bueno!!
ResponderEliminarUn giro inesperado con esa historia de amor poco convencional.¡Bien hecho!
ResponderEliminarUna gran historia de amor, llena de obstáculos y dificultades. Ese "una vez más" final deja vislumbrar un pasado dificil y un futuro incierto. Muy buen relato!
ResponderEliminarUn Don Juan suburbano y una doña Inés que viaja en metro. Puro cine en blanco y negro.
ResponderEliminarMuy bueno, Amparo, no pares que estás en racha.
ResponderEliminarGracias Lucrecia!
EliminarUna historia atípica. Muy bien Amparo. El amor ronda por todas parte
ResponderEliminarSí, una historia genial, Amparo, una carcel de amor dentro de un hábito. Seguro que más de una ha sido real.
ResponderEliminarGracias a todos!
ResponderEliminarMuy bueno Amparo, me sumo a lo comentado
ResponderEliminarSaludos.