El suelo estaba frío y su mejilla adormecida por el choque. Notó el sabor metálico de la sangre y su tacto caliente al resbalar fuera de su boca. Probablemente alguna pieza dental estaba fuera de su sitio.
Vio como se alejaba: sus andares elegantes, sus zapatos caros, sus finos pantis.
Se sintió torpe una vez más. Ella conseguía con facilidad que ese sentimiento se adueñara de su ánimo.
Recordó el detonante que activó su ira esta vez:
-Eres una inútil, ¡te dije con leche, con leche!
Me encanta, Yolanda, muy sutil.
ResponderEliminarGracias, he querido reflejar una situación que -quiero pensar- apenas se da en la actualidad: la de señorona y la chica para todo que trabaja, perdón, vive, para ella.
EliminarUn abrazo.
Pues lo has bordado. Eso es justo lo que se deduce tras su lectura. Besos y abrazos.
EliminarMuy bueno, Yolanda!
ResponderEliminarBuen micro Yolanda. Como bien dices, yo también espero que no se dé esa situación en la actualidad.
ResponderEliminarPero, Amparo, aquí la que pega es ella, no está mal para variar.
EliminarBreve, claro y creo que tiene que ver mucho con la posesión... hay seres que se creen los amos del alma ajena... Muy triste.
ResponderEliminar¡Como siempre Yolanda un diez!
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